Etnografía de la comunidad indígena de Curré
Identidad y polarización social.
Resumen.
No sé si alguien lo dijo alguna vez,
pero la etnografía es una forma de mirar…
En las siguientes páginas ofrecemos una síntesis de resultados de esta investigación, capítulo por capítulo. Los temas que se abordan son los siguientes: 1. Localidad, 2. Aspectos sociales y de organización, 3. Aspectos económicos, 4. Artesanía y Juego Ritual de los Diablitos, 5. Identidad étnica en Curré, reflexiones colectivas 6. Pensamiento étnico y pensamiento de ruptura, 7. La Comunidad de Curré frente al Proyecto Hidroeléctrico Boruca y 8. Sugerencias para un replanteamiento de las relación ICE – Comunidad indígena de Curré.
¿Cómo es Curré?
La localidad de Curré Centro.
Resumen Capítulo IV
Curré, ha sido un pueblito muy bueno.
Francisco Mavisca, testimonio oral.
A orillas del Río Térraba y junto a la Carretera Interamericana, a unos 30 Km. al sureste de Buenos Aires de Puntarenas, está Curré Centro, cabecera del Territorio Indígena de Rey Curré. Cuenta con 86 viviendas, en su mayoría de block o núcleo de bambú, separadas entre sí por espacios de follaje o “cuadras”. Las principales edificaciones y sitios públicos, la iglesia, la plaza, la escuela, el salón comunal, se encuentran dispersos, lo que no favorece la integración de la comunidad y sus actividades. Algunas de ellas lucen un grado importante de deterioro, tal es el caso del Salón Comunal o la Iglesia, cuyo proceso de remodelación, iniciado hace ya tiempo, se ha estancado. Los caminos internos son callejuelas de piedra y en invierno se hace difícil el desplazamiento. Se carece de espacios de entretenimiento para jóvenes y niños.
No hace mucho culminó la transición de la vivienda tradicional indígena de pisos de tierra y techo de palma, hacia la vivienda convencional o moderna. También es reciente la electrificación de la comunidad, que data apenas de 1996. No es extraño entonces que una serie de pautas culturales, propias del mundo doméstico tradicional, aún persistan y sobrevivan en viviendas convencionales de diseño contemporáneo, entre ellas el uso de la hamaca, el fogón de leña, la costumbre de comer con el plato en la mano o el uso eventual de ropa sin planchar. Otras prácticas como la adquisición y uso de muebles de sala o mesa de comedor, no están todavía generalizadas.
Uno de los aspectos tradicionales que sobreviven y que el curreseño aprecia, son los espacios de vegetación alrededor de las viviendas. Estas “cuadras” o solares, cuya dimensión es de un cuarto a media hectárea, constituyen un elemento fundamental de su patrón de vivienda, es un importante satisfactor, puede producir alimentos y plantas medicinales, genera frescura, privacidad, y relación con la naturaleza. La cuadra es para “los mayores” espacio de trabajo y de ocio. Las mujeres siembran matas alrededor de la casa. Más allá del área habitada, se extienden los platanares en las fértiles vegas que baña con sus aguas el Térraba.
Los curreseños viajan a Palmar Norte y Buenos Aires, en busca de servicios, trabajo, contacto con entidades públicas, médicos, colegios, etc. Poco se acostumbra viajar a estos sitios por razones de entretenimiento, ya que no resulta económicamente accesible, lo que causa un aislamiento relativo. Esta situación se ve reforzada por el deficiente servicio telefónico. Muchos curreseños prescinden de adquirir aparatos de televisión debido a la pésima recepción de la televisión nacional, o se conforman con ver la televisión panameña.
Localidad e identidad étnica.
Existe una alta valoración de su localidad y del entorno geográfico por parte de los curreseños. Más allá del aprecio por las tierras, ríos, clima y vegetación, los curreseños conciben su espacio geográfico como símbolo de identidad étnica. Algunos mayores llegan a referirse a las orillas del Térraba como Territorio Sagrado. La valorización del territorio como identificador de identidad, es mayor ante la desaparición de algunos referentes culturales como la lengua y el traje tradicional, y aumenta con la confrontación social causada por la eventual construcción del Proyecto Hidroeléctrico Boruca. El Muro de Piedra de origen precolombino, así como el Monolito ubicado al frente de la escuela, son signos físicos de carácter arquitectónico, altamente valorados por la comunidad de Curré, que se convierten en indicadores de identidad étnica.
Para los curreseños, la localidad de Curré es lo único que tienen a ciencia cierta. Es lo que les queda. Como dijo la maestra: “no me van a dar otro Curré”. Tienen una clara certeza de haber perdido una y otra vez en el juego de la historia. Han perdido sus tierras, han perdido su lengua y buena parte de su cultura. Están aferrados a lo que tienen y no lo quieren perder. Su espacio, el sitio donde están ahora se presenta como la única garantía de paz, de tranquilidad, de estabilidad. Todo aquello que amenace con despojarles de ese reducto, es visto como una amenaza al futuro de la gente y de la identidad étnica de Curré. Referencia especial merece el río, espacio de vida y medio de comunicación, alrededor del cual se teje la historia de Curré y se asientan los recuerdos del mundo tradicional, anterior a los cambios causados por la Carretera Interamericana (Para una detallada descripción de la localidad, ver Cap. 4).
¿Cómo es la sociedad curreseña?
Aspectos sociales y de organización.
Resumen Capítulo V
Curré Centro es una comunidad de 413 habitantes, de los cuales 221 son hombres y 192 mujeres (Julio, 2000. Encuesta del autor). Viven en la localidad unas 90 familias, alojadas en 86 viviendas. El 91. 7 % de las personas proviene de familias indias y mixtas, lo que convierte a los indígenas en grupo mayoritario, dado que en Curré los mestizos son considerados indios. La población originada de padres exclusivamente “blancos” es de tan solo 8. 2 % (Cuadros No. 1 y 2). A menudo la población emigra por falta de empleo, por lo que cabe considerar que un segmento de la población es fluctuante.
Los niños se crían con poca rigurosidad y mucha libertad. La adolescencia en cambio, se presenta como una edad de dudas y retos, que van desde la falta de espacios laborales y opciones de realización personal, ausencia de espacios recreativos, fuerte presión hacia el consumismo, que se estrella contra su escaso poder adquisitivo, tendencia a la migración y eventuales crisis personales. La carencia de metas, el poco control social y la ausencia de disciplina, agravan su situación. Con la migración, se pierde la autoridad paterna, las madres ven su autoridad flaquear y carecen de mecanismos culturales para imponer su autoridad.
Los jóvenes asumen una actitud evasiva ante la problemática de la comunidad. Son los mayores los que cargan con las responsabilidades comunales. La migración se convierte en otra forma de evadir la problemática social y comunal que enfrenta Curré. Pocos terminan la secundaria. Hay poco estímulo a la capacidad organizativa de jóvenes y no se observan acciones del Estado en su apoyo. Pese a todo, un grupo de jóvenes lucha por su superación, estudiando en turnos diurnos y nocturnos del colegio de Palmar Norte, algunos trabajan para costearse pases y útiles.
Las mujeres. El papel de las mujeres tradicionalmente ha sido secundario. Sin embargo, durante el proceso que se ha dado frente al Proyecto Hidroeléctrico Boruca, este sector ha asumido un papel protagónico. El grupo “Mujeres con Espíritu de Lucha”, es el bastión más importante en la lucha de la comunidad contra este Proyecto Hidroeléctrico, al lado de la ADI, entidad que lidera el proceso. Esta experiencia ha sido un paso significativo en la ruptura del esquema de sumisión. Fue el resultado no planeado, de un proyecto oficial IMAS – INA orientado a elevar la autoestima de las mujeres. En Curré, la comunidad acepta muy bien la participación pública de la mujer. Algunas de ellas gozan de gran estima por sus conocimientos tradicionales o por su liderazgo. Algunas señoras no – indígenas, casadas con indígenas, comparten papeles de importancia. El sector femenino es el más afectado por la problemática económica y social de Curré y por la falta de empleo, son ellas las que emigran más tempranamente, y con frecuencia regresan embarazadas con el perjuicio para sí mismas, la familia, la comunidad y la continuidad étnica.
Los mayores. El término “mayores” se usa para referirse a las personas de mayor edad, como sinónimo de respeto y sabiduría. Ocupan los principales cargos de representación en la ADI y en otros comités como el de salud, acueducto, etc. Son ellos quienes velan por las tradiciones, y se preocupan más por una eventual pérdida de identidad indígena. Ellos son los hijos y nietos de los curreseños que vinieron de Boruca a principios del siglo pasado a fundar el actual Curré. Son los “guardianes de la cultura”. Saben que muchos de sus hijos e hijas, han tenido que partir por falta de “un salario” y saben que la migración puede ser causa de la pérdida de la identidad. Sienten que es a ellos, a quienes les toca enfrentar lo que venga sobre Curré, como pilares de la sociedad curreseña, o como “los palones” de los antiguos ranchos, y por eso han asumido, con sus mujeres, la tarea de enfrentar el Proyecto Hidroeléctrico. Las voces más escuchadas de Curré, provienen de este grupo, entre los que sobresalen don Cristino Lázaro, Daniel Leiva, Santos Rojas, Francisco Mavisca, Rodolfo Rojas, y también algunas señoras como María Mora, Elmida Araya o Anita Rojas. Algunos más jóvenes como Hugo Lázaro, Eusebio Lázaro, José Domingo Lázaro o Joel Mora, se perfilan como nuevos líderes.
La Asociación de Desarrollo Integral. La ADI es la organización que goza del mayor respeto y reconocimiento de las personas en Curré. Es más que una instancia de desarrollo y se convierte en una instancia política, de representación étnica y lucha por la defensa de los intereses y la identidad indígena. En Curré la ADI es vista como la entidad que ejerce la defensa de los intereses indígenas frente a las amenazas externas y vela por los intereses patrimoniales, culturales y arqueológicos. Es tenida por la “máxima autoridad en el pueblo”, representa a la etnia dentro del Estado nación. Estas funciones, sin serlo, llegan incluso a asemejarse a las de un gobierno local. Esto no ha sucedido todo el tiempo en Curré, ni sucede necesariamente en otras comunidades. En tanto representación política de la etnia, se evita que no indígenas asuman cargos en la Asociación de Desarrollo. El uso de la Asociación de Desarrollo Integral, como instrumento político de la comunidad indígena, se ilustra en la utilización que han hecho de esta instancia los curreseños, dentro del proceso de enfrentamiento al Proyecto Hidroeléctrico Boruca.
Grupo de Mujeres. El segundo grupo en importancia política es el Grupo de Mujeres con Espíritu de Lucha, del que ya se habló. Existen otros grupos organizados, dignos de mencionar por su importancia funcional, aunque no política dentro de la comunidad. Estos grupos atienden necesidades específicas de la comunidad en salud, acueductos, organización para el trabajo de la artesanía, activismo religioso, organización juvenil, defensa del ambiente, etc.
Conai. Una organización que está fuera de Curré pero que incide en la vida comunal, es la Comisión Nacional de Asuntos Indígenas (CONAI). La imagen que se tiene en Curré con respecto a ella es poco favorable y se le percibe como contraria a los intereses de las comunidades. En la lucha de Curré contra el Proyecto Hidroeléctrico, a Conai se le considera un aliado del ICE, del gobierno y de los no indígenas. Existe la idea de que ha hecho proselitismo a favor del Proyecto Hidroeléctrico y ha fomentado a la división interna de Curré. Se insiste en que Conai es una entidad del Estado, creada para coordinar con las comunidades, no una entidad representativa de la voluntad de estas.
Aradikes es una ONG creada en 1992. Su origen se achaca a la politización y mal funcionamiento de conai, y a su incapacidad para responder contra los usurpadores de tierras, implementar proyectos de desarrollo e impulsar los cambios en la legislación que los indígenas demandan. ARADIKES promueve el trabajo conjunto de las seis comunidades de la región. Cuenta con apoyo financiero holandés y su Junta Directiva está compuesta por representantes de cada comunidad. Los curreseños la perciben como entidad de desarrollo y reconocen sus aportes, pero señalan que en los últimos años ha tenido problemas organizativos y financieros, lo que ha debilitado su proyección hacia la comunidad.
Contradicciones internas. Uno de los aspectos más conflictivos, es la pugna entre la mayoría de los curreseños, representados en la ADI y un grupo que discrepa de sus líneas de pensamiento y de acción. Este grupo ha cuestionado la gestión de la Junta Directiva de la ADI, logrando la total paralización de la ADI durante 5 meses, en medio del enfrentamiento de la comunidad al Proyecto Hidroeléctrico Boruca. Las acciones de este grupo van desde acusaciones de malos manejos hasta juicios por calumnia, de los cuales la ADI ha salido bien librada. Una gran mayoría de los curreseños tiene una posición de respaldo a la ADI y de rechazo a las acciones del “Grupo de Oposición”, al que asocian con intereses no indígenas, y al que acusan de recibir instrucciones y apoyo de los terratenientes blancos. La posición de la comunidad se hizo evidente el 20 de agosto del 2.000, cuando la asamblea de la Asociación de Desarrollo Integral de Curré, acordó por unanimidad, desafiliar a las cinco personas que integran este grupo.
Contradicciones en la región. Existen antiguas contradicciones entre la comunidad de Curré y otros grupos de la región. La contradicción entre “blancos” e “indios” es resultado de una vieja confrontación histórica aún no resuelta. Desde finales del siglo XIX y principios del XX se inicia la concentración de la tierra en pocas manos, lo que genera roces interétnicos. La tensión aumenta especialmente después de 1945 cuando se agudiza la competencia por la tierra cultivable y los recursos naturales como la madera (Bozzoli, 1975). Estas diferencias contribuyen a generar prejuicios mutuos. Los indígenas son percibidos por los blancos como “inferiores”. Los indígenas por su parte, “consideran que los blancos siempre han podido organizarse contra los indígenas, por medio de mecanismos del Estado como el gobierno municipal” (Carmack, 1994).
Colonos no indígenas. Algunos blancos radican dentro del Territorio Indígena de Curré, como poseedores ilegales de tierra. La oleada de colonos no indígenas, inició en Curré en la década de 1960, con la construcción de la Carretera Interamericana. Su dominio económico al interior del Territorio es claro, dado que ellos son los “dueños” de la tierra, y muchos indígenas trabajan como peones en sus fincas. Paradójicamente, existe un dominio político al interior del Territorio por parte de los indios, que se ejerce mediante el control de ADI, entidad que judicial y extrajudicialmente representa a las comunidades indígenas. Los indígenas evitan la participación de los no indígenas en la ADI, la que se convierte en un bastión de poder indígena que se utiliza en la defensa de la etnia y del Territorio. Algunos blancos se sienten relegados y molestos por esta restricción que limita su poder. Otras contradicciones son las que existen entre la ADI y el grupo de Oposición, y entre la ADI y CONAI. Conviene señalar que para una interacción institucional con Curré, es necesario tener presente este entramado de relaciones, alianzas y contradicciones (Para un análisis detallado de los aspectos sociales y de organización de Curré, ver Cap. V).
¿De qué viven los curreseños?
Aspectos económicos
Resumen Capítulo VI
Vulnerabilidad económica y social.
Curré ofrece un evidente cuadro de inestabilidad económica y pobreza. La mayoría de las familias depende de actividades inestables de escasos ingresos. En efecto, 24 % de las familias, depende del ingreso de los jornaleros, trabajadores típicamente inestables y mal remunerados. Un 16 % dice depender de “agricultores en lo propio”, término que oculta una actividad que ni siquiera es de subsistencia, y 11 % depende del rubro de pensiones y otras ayudas. Esto significa, en suma, que más de la mitad de la población (51 % al menos), están en un total estado de inestabilidad y miseria. Durante los últimos meses la situación de los peones bananeros daba un ligero respiro a la economía de Curré. La quiebra de la actividad bananera en la región, con el despido masivo de los peones, puso en evidencia la fragilidad de la situación económica de la comunidad. Este grupo, actualmente desempleado, se suma a los que pujan por un espacio laboral en la comunidad.
Bajo ingreso y complementariedad. La artesanía.
Casi todas las actividades, son temporales y de bajo ingreso. En el trajín diario estas actividades se alternan y complementan unas a las otras. La producción de plátano decrece en verano y se complementa con la artesanía, que adquiere relevancia en las épocas veraniegas de alto flujo turístico. La señora teje mientras el esposo trabaja de jornalero o peón bananero. El pensionado trabaja como peón. Algunos bananeros, regresan cuando son liquidados a la artesanía o al peonaje. Y así sucesivamente. La artesanía es la actividad complementaria por excelencia, una especie de refugio laboral al que los curreseños acuden cuando ya todos las otras opciones han sido agotadas. Si bien tan solo en un 10 % de los casos se le menciona como actividad laboral de mayor aporte económico a la familia, lo cierto es que, cuando se pregunta por una actividad económica adicional, pasa ocupar el primer lugar, con un 38 % de las respuestas (Ver gráficos 3 y 4).
Una población de agricultores sin tierra.
Las actividades que destacan como fuente de ingreso familiar, (jornaleros, peones bananeros, agricultores en lo propio, artesanos, etc.) evidencian una fuerte vinculación al quehacer agropecuario, con muy pocos empleos en el área de servicios y ninguno en el campo industrial. Sin embargo los curreseños ya no poseen tierra. Los curreseños siguen vinculados por fuertes lazos económicos, culturales e identitarios, a este recurso, que pese a ello, es de su pertenencia solamente en su imaginario, y en el discurso legal y oficial. Se trata entonces de una población sin tierra, que se define como agricultora. La vinculación a la tierra es incompleta (carencial): la mayor parte de las veces, los indígenas se ven obligados a servir como asalariados de los no indígenas. Los “productores en lo propio” son realmente pequeños, casi de subsistencia y a muy baja escala, complementando su actividad con artesanía y con pensiones. La producción de ayote, arroz, etc., desapareció por falta de mercado y se considera que la agricultura comercial “es un juego extremadamente peligroso” para arriesgarse a él. Para rematar, Curré no califica como comunidad de interés para el Consejo Nacional de Producción, cuya asistencia vendría a paliar un poco su grave situación económica. El cultivo de plátanos es, en definitiva, la única actividad agrícola comercial que aún queda en Curré.
Problemática socioeconómica.
La situación económica existente en Curré, caracterizada por bajos salarios y empleos inestables, es causa de una reducida capacidad adquisitiva, que deriva en alimentación deficiente y pobre vestimenta. Ante la desaparición de la cacería y la pesca, formas tradicionales de obtención de proteínas, y al haber declinado la agricultura por disminución de la fertilidad del suelo y escasez de tierras, la única opción para la obtención de alimentos es mercantil, fundamentalmente la pulpería. Algunos logran mantener crédito en la pulpería, lo que ayuda a irla pasando, especialmente en los periodos de desempleo; otros ya lo han perdido por deudas. Para la mayoría, la compra de ropa y zapatos es muy difícil y para algunos, inalcanzable. Los viejos a veces reciben ropa usada de los hijos que están fuera. Esta situación afecta muy especialmente a los jóvenes, que tienen una fuerte presión de la sociedad de consumo. Este panorama incide en la visión de sí mismos y en la autoestima personal y colectiva. El alcoholismo es un problema importante que merece especial atención.
Migración y ruptura del ciclo.
Existe todavía un fuerte ligamen con la tierra que se concretiza en la actividad de peón (asalariado agrícola temporal) y se complementa con una agricultura de subsistencia a muy baja escala y con artesanía. Se trata de una vinculación cultural y económica altamente desventajosa, a una tierra que ya no les pertenece. Es por eso que algunos tratan de romper este círculo. Son los mayores los más ligados a la tierra, incluso atados a ella, bajo condiciones muy desventajosas. Los jóvenes ven en el estudio o en la migración, la opción para romper con este esquema. La ausencia de fuentes de empleo explica no solo la miseria de los hogares curreseños, sino también la fuga de migratoria. Actualmente, ante la ausencia de puestos de trabajo femeninos, son las jovencitas las que emigran primero y con frecuencia de trece a quince años de edad, las niñas están ya colocadas como empleadas domésticas en San José. Esto sugiere la existencia de dos poblaciones: una flotante y emigrada, con una fuerte cuota de jóvenes, y otra residente, donde predominan niños, adultos y mayores. Se puede afirmar que en Curré predomina una fuerza laboral envejecida, pero es de suponer que un cambio beneficioso en la economía, con la creación de nuevas fuentes de empleo, traería como resultado el retorno de jóvenes emigrados y de familias enteras, con el fortalecimiento de los aspectos culturales y étnicos de la comunidad.
Economía e identidad.
La situación económica de Curré tiene graves repercusiones sobre el campo de la identidad étnica. La atadura a la tierra en condiciones desventajosas y la situación económica de Curré, puede aparecer en la mente de los jóvenes asociada a su identidad étnica, lo que genera una reacción del tipo: “rompo con mi identidad indígena para salir de la miseria”. Lo inverso es también posible: al buscar la solución migratoria a la situación económica, se termina dejando de ser indígena por desarraigo. La migración no tiene por objetivo la ruptura con la comunidad, sino la búsqueda de una solución laboral al problema socioeconómico existente. Esto no impide sin embargo, que, en la práctica, se convierta en causa de desarraigo, aculturación y pérdida de identidad (Ver Aspectos Económicos en Cap. VI).
¿Existe una cultura tradicional en Curré?
Artesanía y Juego Ritual de los Diablitos.
Resumen Capítulo VII
Partida en dos por la Carretera Interamericana, y a escasa distancia de las plantaciones bananeras, Curré es una de las comunidades indígenas más influenciadas por la sociedad nacional y su cultura. Pese a ello, numerosos rasgos culturales presentes en la vida cotidiana de los curreseños, atestiguan el ancestro indígena de esa comunidad. Destacan entre ellos la actividad artesanal y el juego ritual de los diablitos.
La artesanía constituye un cúmulo de técnicas y un “saber hacer” de lejanas reminiscencias precolombinas. El trabajo con jícaros es el más frecuente y en el que participa el mayor número artesanos. Los utensilios elaborados a base del jícaro han sido parte de la vida cotidiana y la cultura de Curré desde siempre, y todavía los curreseños de hoy, recuerdan cuando, comidas y bebidas, se servían en utensilios hechos de ese material. Actualmente del fruto del árbol de jícaro (Crescentia cujete), se obtienen guacales, maracas, tortugas, maceteros, pascones, hueveras, tiquises, portalapiceros o los simples jícaros decorados que gozan de tanta acogida. Las fases de elaboración son: cosecha, selección del fruto, lavado, dibujo o rayado, decorado o labrado, elaboración del tapón de balsa y el cordel del que se cuelga. Cada fase encierra saberes tradicionales: los curreseños mayores nos recuerdan que el jícaro se debe cortar cuando la luna está en menguante para que no se raje, no se pique. A esta actividad le sigue en importancia el tejido.
Las tejedoras de Curré elaboran fundamentalmente bolsos, bolsillos, sombreros, manteles grandes e individuales. La producción de objetos tejidos comprende varias fases: cultivo y cosecha del algodón, hilado o elaboración del hilo, teñido, tejido y comercialización. La confección de tejidos de algodón, se realiza utilizando técnicas ancestrales, que tienen su origen en prácticas muy anteriores a la llegada de los europeos. Todavía en la primera mitad del siglo XX, los borucas utilizaban un traje típico, caracterizado por faldas en las mujeres y fajas en los hombres, elaboradas a base de tejido tradicional de algodón. En 1949, Doris Stone observaba que los boruca son los únicos indios de Costa Rica que hacen tejidos, para lo cual utilizan un “telar de correa” (Stone, 1945). Algunos de estos saberes se han venido perdiendo, pero recientemente ha habido un esfuerzo de recuperación en el que han participado las comunidades, con ayuda de diversas entidades.
Los Diablitos. Ninguna actividad expresa de manera tan intensa la cultura y la identidad indígena de Curré como el Juego de los Diablitos. La fiesta ritual de los diablitos es un proceso de tres días de duración. Días antes empiezan los preparativos, elaboración de bebidas y comidas, en especial chicha de maíz, los trajes, máscaras y compra de pólvora. Durante los tres días se desarrolla un argumento teatral cuyas episodios son 1. La “nacencia” de la etnia (A media noche los jóvenes suben a un cerro “a nacer”, bajan con máscaras y atuendos”), 2. Aparición del toro, 3. La lucha (los diablitos se enfrentan al toro), 4. La “tumbazón” o caída de los diablitos, 5. La huida del toro, 6. Vuelta a la vida de los diablitos. 7. Búsqueda y hallazgo del toro 9. Muerte del toro y celebración. Al año siguiente, vuelven a nacer los diablitos, y se repite una vez más su lucha. Durante estos tres días la comunidad se llena de algarabía, acuden a la cita personas de Boruca y curreseños que viven fuera y vienen a compartir con sus familias. La actividad tradicional se acompaña de bailes y turno.
El juego de los diablitos permite lecturas a varios niveles: lúdico, simbólico y ritual. En el plano lúdico, es evidente que el disfrute de la fiesta, el placer de la participación y el juego, (enfrentamiento con el toro y dramatización), es lo que mantiene viva la fiesta. Los Diablitos, ca gru rojc, son personajes picaros, juguetones, hedonistas. Diablos en el sentido de hacer diabluras, travesuras. La comunidad toda, se convierte en un espacio lúdico, la pólvora, los bailes, por las comidas, el retorno de hermanos y primos, las visitas y en general el ambiente de fiesta y camaradería que se recrea.
En el ámbito simbólico, los curreseños manejan dos interpretaciones de la Fiesta. La primera interpretación, considera la lucha del toro y los diablitos como representación del enfrentamiento entre indios y españoles. Se asocia con defensa de los valores étnicos y defensa de la forma tradicional de vida, porque en aquella lucha se defendían “nuestros medios de vida, nuestro ambiente y nuestros recursos”; pero esta “es una lucha incansable, permanente y actual”. Es también defensa de la identidad étnica, “para no ser absorbidos por la sociedad nacional y conservar esa identidad” (Manuscrito de don Rodolfo Rojas). La segunda interpretación alude a la “nacencia” de la etnia, a su capacidad de renovarse tras la muerte y a seguir luchando perennemente contra el agresor. El juego de los diablitos, reproduce ritual y lúdicamente el enfrentamiento étnico con “la otredad”. Ante la otredad ritual, en el contraste y el enfrentamiento, se fortalece la identidad étnica de Curré. En el enfrentamiento con el toro, los diablitos, “nacen”, se consolidan como etnia.
En el tercer nivel de lectura, una serie de aspectos presentes en la celebración del juego de los diablitos, dan indicio de su carácter ritual. La existencia de una rutina que se repite inexorablemente, y que involucra fases de un drama, personajes, objetos y comidas rituales. Pero es especialmente la “nacencia” el aspecto que delata el contenido y la naturaleza del rito, en tanto “rito de renovación étnica”, semejante a otros, que se detectan en otros culturas (Caso de los cheyennes, según Beals, 1971: 179). La existencia del Juego Ritual de los Diablitos, nos hace suponer que antiguamente existió un mito asociado a éste, cuyo aspecto esencial lo constituye el combate entre estas dos grandes fuerzas. Estas son: los diablitos, que representan la identidad y la esencia de la etnia, y el toro, que representa todo aquello que se oponga a la continuidad étnica de los borucas curreseños. Con el tiempo, estas formas arcaicas de representar la lucha primigenia con la otredad, sirvieron a los borucas para representar el enfrentamiento con su gran adversario histórico: el blanco, el Sikua. “El español” y “el toro”, inexistentes en el mundo precolombino, vinieron a encarnar esta fuerza cósmica y con el paso del tiempo ocuparon su lugar de manera definitiva.
El Juego de los Diablitos es una actividad exclusiva de la cultura boruca. Su realización es praxis de la identidad. La fiesta cumple una función social en la resocialización (práctica, demostración y aprendizaje) de valores étnicos, tanto en los jóvenes que participan como diablos, en los espectadores, como en los niños. Se refuerzan los vínculos con la comunidad madre, Boruca. Se refuerzan los sentimientos de localidad, comunidad, pertenencia e identidad. Se intensifica la diferencia con el otro, con el no indígena, e incluso, con el indígena no boruca. Solo los borucas y los curreseños pueden ser diablitos y volver a nacer (Descripción y análisis de este juego, en Cap. VII).
Los curreseños, ¿son indígenas?
Identidad étnica en Curré.
Resumen Capítulo VIII
Dichosamente somos bruncas.
Aunque solo tengamos un dedo en el cuerpo,
pero somos bruncas”.
Taller de identidad étnica.
¿Qué es la identidad étnica?
En una región intercultural, las personas se valen de la identidad étnica para clasificarse a sí mismas y a las demás con propósitos de interacción. Más que un fenómeno cultural, la identidad étnica es un “clasificador social” que opera a nivel ideológico, como producto de las representaciones colectivas, polarizadas por grupos sociales en oposición. La identidad étnica conjuga aspectos individuales y sociales, y, ante situaciones límite, puede ser modificada (manipulada) por los individuos y los grupos sociales (Cardoso, 1992; Ver también Cap. II).
En atención a nuestros objetivos, se consideró conveniente generar un proceso de reflexión colectiva en torno a la forma en que la identidad étnica es asumida por los diversos sectores de la comunidad, y cómo afectan circunstancias concretas, como el mestizaje, la migración, las modas, el desarrollo, el cambio cultural y tecnológico y el enfrentamiento con otras etnias. Se realizaron talleres con jóvenes, mujeres y varones.
¿Quiénes son indios?
En su reflexión colectiva, los participantes llegaron a la conclusión de que los “aspectos que caracterizan al indígena” son: tener ancestros indígenas, conservar su tradición, servir a su comunidad, tener presente su cultura: idioma, artesanía, etc., valorar sus principios culturales, conservar y respetar su identidad dentro y fuera de su pueblo, obtener reconocimiento de parte de los otros y poseer un Territorio. Todos estos aspectos fueron planteados en una “dimensión activa”, de manera que no basta con pertenecer a una comunidad, sino que es un requisito “servir”, “tener presente”, “conservar” y así sucesivamente. La identidad indígena no es entonces un atributo solamente, sino una “actitud”, una adscripción activa: soy apelado y respondo. La identidad no es un dato o una cualidad, es una posición comprometida.[1] El Territorio fue enfáticamente señalado como uno de los aspectos fundamentales para la sobrevivencia de la etnia y la identidad. Dicho criterio coincide con la posición de expertos, que establecen que el territorio es indispensable para que los grupos étnicos persistan y consideran las “reservaciones indígenas” como condición límite para que el grupo étnico permanezca … (Cardoso, 1992).
Resistencia y dolor por lo perdido.
Algunos participantes expresaron un profundo “dolor por lo perdido”, al constatar que no cuentan ya con algunos rasgos culturales que podrían funcionar como indicadores de su identidad étnica, tales como la lengua o el traje tradicionales. La ausencia de estos rasgos se experimenta especialmente en situaciones de contacto con otros grupos indígenas, o bien, cuando son interpelados por personas de la sociedad nacional, que suponen que rasgos tales deberían estar presentes. Ante el dolor de lo perdido, surge la “resistencia” como el camino para recobrar “todas aquellas cosas que se nos han ido”. La reflexión es la siguiente: “No culpemos a nadie (por lo perdido). Si reconocemos la identidad tenemos un buen logro. Desde que llegaron los españoles han venido buscando (…) cómo eliminarnos. Nos han acribillado, nos han bombardeado fuertemente con el desprecio. No somos guerrilleros, pero estamos tratando en cómo resistir. Dichosamente somos bruncas. Aunque solo tengamos un dedo en el cuerpo, pero somos bruncas” (D. Leiva). La resistencia se convierte en acción política frente al “otro” dominante y en esencia de la identidad étnica. Esto explica el carácter activo, beligerante, casi militante, de la definición de indígena, que se construyó al inicio del taller.
Identidad y mestizaje.
En Curré los mestizos son tenidos por indígenas. El ancestro indígena no es el único identificador étnico, sino que se plantean otros, siendo el más importante, la voluntad del mestizo de pertenecer a la comunidad y a la etnia. Los mestizos son considerados indios cuando se identifican y respetan su comunidad, historia y valores: “Si una persona participa (de la actividad comunal), es reconocida por la comunidad y acepta su sangre india, esa persona es india”. Soy indio porque “reconozco mi sangre, reconozco mi tierra, reconozco mi hogar”. Es la sociedad donde se forma la persona, la que con mayor fuerza contribuye a la definición de identidad étnica del mestizo. [2]
Identidad y migración.
La migración es una causa importante de pérdida de la identidad étnica. Se admite que algunos indígenas, salen de sus comunidades y no rompen su nexo con estas. Esto ocurre cuando en la infancia se adquieren bases muy sólidas de identidad étnica, pero “si no tenemos una formación desde pequeños, la decisión de qué camino seguir se toma por conveniencia”. La identidad étnica de los emigrados es difícil de garantizar, porque desaparece el contacto con la comunidad y entonces “la persona se pierde como indio.” Corren mayor riesgo los hijos de los emigrados, porque si sus padres salieron muy jóvenes de Curré, ¿qué les van a enseñar a las nuevas generaciones que crecen en “la otra sociedad”? En una misma familia, se observa que los niños que crecen en la comunidad, aprecian más la tradición y demuestran más identificación, que los que han pasado tiempo fuera de ella (Ver también Cap. VI, al final).
Manipulación de la identidad frente al otro.
En ocasiones los jóvenes, se sienten tentados a negar su identidad étnica frente a los no indígenas.[3] Los curreseños atribuyen este comportamiento a: a) Temor al rechazo de la sociedad nacional: temor al desprecio, vergüenza. Los otros “piensan que somos menos que los demás”, creen que el indígena “es la persona menos preparada en todo sentido”. b) Pena por la pobreza de Curré “Nos sentimos apenados por la situación socioeconómica. Creemos que somos inferiores”. c) Falta de formación y valoración (Autocrítica): La negación de la identidad étnica ocurre “por ignorancia, al no tener clara su identidad”, por “desconocer nuestros valores culturales”, por no tener suficiente “autoestima” y no “valorarse a sí mismo”. “Una persona debidamente formada, (…) no debería esconder su raíz” (…) La sociedad “blanca” está mal informada. Algunos “blancos” esperan vernos con taparrabo y una pluma grande.
Desarrollo, cambio cultural y tecnológico.
Algunos participantes a los talleres fueron de la idea de que la identidad no se pierde con el desarrollo. “Podemos cambiar, sin necesidad de dejar de ser indígenas”. “Es posible un Curré con desarrollo tecnológico.” Se pone el ejemplo de indígenas norteamericanos, que disfrutan de educación y adelantos tecnológicos pero no pierden sus tradiciones: “las sociedades van cambiando de acuerdo a las necesidades… el problema es cuando nos imponen cosas”. Consideraron que el cambio cultural y tecnológico es posible, siempre que se respete la identidad indígena y no se pretenda su manipulación, aseguran.
La identidad es un proceso, una acción.
La identidad se está haciendo todos los días. De los talleres se deduce que, ser indígena, para los curreseños, es estar siendo, pero también, es el riesgo de dejar de serlo. Es por eso que cuando se pidió mencionar las características que definen al indígena, se aportaron cualidades dinámicas: “conservar la tradición”, “tener presente la cultura”, “conservar y respetar su identidad dentro y fuera de su pueblo” y así sucesivamente. Ser indio en Curré no es un atributo, es una identidad en acción, una actitud, tensión, lucha. Es un pulso entre ser y dejar de ser, entre lo propio y ajeno, o bien, para decirlo metafóricamente en términos del ritual boruca, es la lucha entre los diablitos y el toro, entre lo propio y lo ajeno, entre la etnia y los “otros”. La identidad se construye frente a los otros, en el juego de los espejos, no la construye la etnia por sí sola. Algunos actores se empeñan en recordarle a Curré su rostro indígena, otros en evidenciar los indicadores de identidad perdidos (la lengua, el traje, las costumbres que ya no están) y aseguran que ya no es indígena, o ha sido atrapada por “la corriente integracionista mundial”. Frente a esos múltiples espejos se construye la identidad, a base de resignación, o a base de “resistencia”, en medio de manipulaciones y ajustes. En esa lucha constante, la identidad étnica es como una de esas máscaras que portan los diablitos, “con algunos dientes menos, y con la piel marcada por el enfrentamiento con otras etnias y por otras culturas” (Detalles en Cap. VIII, IX y Apreciaciones Finales de este Capítulo).
¿Piensan igual todos los curreseños?
Pensamiento étnico y pensamiento de ruptura.
Resumen Capítulo IX
Existe en Curré una clara conciencia de su identidad indígena (Ver Cap. VIII). Los acontecimientos de los últimos meses en contra del P. H. Boruca, conducidos por la Asociación de Desarrollo y secundados por el Grupo de Mujeres con Espíritu de Lucha, han venido a fortalecer esta tendencia, ampliamente generalizada. No obstante, existen personas cuyo pensamiento se aleja de la norma y se orienta hacia la ruptura con la identidad étnica. Al inicio de nuestra investigación supusimos que esta otra tendencia era más fuerte, sin embargo, no es posible hablar de un movimiento de ruptura, sino más bien de algunos casos aislados. En todo caso, el análisis comparado de ambas formas de pensamiento, nos permitió por contraste, comprender mejor la visión de mundo y la identidad étnica en Curré.
Línea de Pensamiento étnico.
Esta es la forma generalizada y dominante de pensamiento en Curré. Su principal característica es la defensa de la identidad indígena, aunada a la voluntad de dar continuidad a la etnia y evitar su desaparición. Hay una evidente revalorización del patrimonio cultural arqueológico y del espacio geográfico, que adquiere el carácter de testimonio material de su legado histórico cultural y se convierte en recurso simbólico. Esas tierras donde vivieron los ancestros, aseguran, son sagradas, al igual que las riberas del río, donde están enterrados sus restos. El espacio geográfico de Curré es testimonio de un pasado histórico y soporte de la identidad curreseña. La colectividad y la unión son la única garantía de continuidad étnica. La “Reserva” y la Ley Indígena son los instrumentos institucionales existentes para garantizar la sobrevivencia de la comunidad, ese sitio al que pueden regresar, no importa de dónde vengan, y al que retornan sus hijos y nietos aunque las difíciles condiciones sociales de la región, los obliguen a emigrar en busca de sustento. La “Reserva” es también la expectativa de recuperar un día las tierras que ofrece la ley, propiciando así un futuro promisorio para los indígenas. “Es un área destinada para los indígenas, … importante cuando hablamos de una vida colectiva” (R. Rojas)
Dentro de esta visión de mundo, la Planta Hidroeléctrica, aparece como un factor capaz de romper la expectativa de continuidad étnica, capaz de desestabilizar el delicado equilibrio existente, dispersar la comunidad, y acabar con la etnia. La represa anegaría el espacio de los ancestros convertido en símbolo, la localidad evocadora de comunidad, cambiaría aún más los patrones de vida, arrasaría con “lo poco que queda”, pondría en entredicho las figuras legales que garantizan la posesión colectiva de la tierra, disolvería los referentes que hacen a Curré seguir siendo Curré. Según uno de los informantes, es como borrar una historia para crear otra, y en esa otra historia, temen que no se produzca la continuidad étnica de Curré.[4]
Pensamiento de ruptura con la tradición étnica.
Encontramos dos variantes de esta tendencia. La variante más extrema, plantea que la etnia indígena ya no existe y no vale la pena hacer esfuerzos por rescatar la identidad o por garantizar la continuidad étnica. Según esto Curré es una comunidad culturalmente integrada a la corriente mundial y nacional, evidencia de ello lo son el mestizaje, la pérdida de rasgos culturales, principalmente la lengua. “Usted ve a estos muchachos aquí y ya vestidos como si fueran gringos o alemanes”. La identidad indígena es vista como una atadura que obstaculiza la integración al proyecto nacional. La lucha por la tierra, que para el resto de los curreseños es esencial como base y fundamento de su cultura, para este informante carece de sentido. La Ley Indígena es otra atadura inconstitucional, que somete al indio impidiéndole su integración a la vida nacional. En cuanto al Territorio Indígena, pone en duda su razón de ser: “esta Reserva Indígena, que la mayoría son no indígenas”. Entre ser indio y el desarrollo de su comunidad, es preferible el desarrollo, el que sería posible especialmente si se diera la libre participación de los no indígenas. Esto no se ha dado porque los indios “no comparten”. Los líderes que promueven el proyecto étnico de la comunidad de Curré tienen sometidos a los demás y comprometen el futuro de las nuevas generaciones de curreseños. El Estado da las oportunidades pero éstas no se aprovechan. En este discurso el Proyecto Hidroeléctrico es una opción de desarrollo ante la que no hay que cerrarse. Esta es la síntesis de pensamiento del líder del Grupo Opositor a la ADI, a quién la comunidad percibe como cercano a CONAI y a sectores no indígenas (Ver Cap. V y X). Se constatan contradicciones tales como negación de la existencia de la identidad étnica, aunadas a reiteradas manifestaciones de orgullo de ser indígena, y participación en foros indígenas, en supuesta representación de esta población étnica.
El “Informante 7”, un mestizo, representa la segunda variante del pensamiento de ruptura. No niega la existencia de una identidad étnica, pero no se adscribe a ella porque considera que “no funciona.” Por decirlo de algún modo, ha perdido la esperanza en el proyecto de continuidad étnica. Se plantea así otro elemento operante en la adscripción étnica, cual es su aspecto pragmático: la “identidad como estrategia”, ser indio ¿me conviene o no me conviene?. Según este informante aunque las leyes confieran derechos a los indios, los más poderosos rompen las leyes impunemente y por eso el modelo étnico ya no funciona. Por otra parte, el progreso, las comunicaciones y la tecnología hacen que pierda adeptos. Se trata de un sector de población que espera respuestas concretas. “Ser mestizo, confiesa, es asunto serio. Uno va alejándose: como lleva las dos culturas, tiene otra manera de pensar, de razonar y a veces uno no sigue…” La lucha por los valores y el reconocimiento de los derechos indígenas no son una motivación suficiente. Este informante opta por una opción pragmática e individualista. Se inclina por la realización del Proyecto Hidroeléctrico, no teme que se pierda la identidad indígena, porque de todos modos, finalmente la cultura indígena sucumbirá ante la presión del desarrollo y los medios de comunicación. Lo étnico sucumbirá ante lo nacional. Según él, la comunidad étnica llegará a desaparecer. El Proyecto, como es de interés nacional, se hará de todos modos. Las negociaciones del traslado deben ser colectivas por razones estratégicas, no por razones étnicas.
¿Cuál ha sido el proceso experimentado por Curré ante una eventual reubicación?
La Comunidad de Curré frente al P. H. Boruca.
Resumen Capítulo X
A inicios de 1999 la comunidad de Curré se entera de que el ICE ha retomado la idea de construir el P. H. Boruca, lo que implicaría la inundación de parte de su Territorio y la reubicación del poblado. Se inicia uno de los episodios más intensos de la historia reciente de Curré. El Proyecto funciona como un catalizador que desencadena contradicciones con grupos internos y externos y con el ICE, pone en evidencia todas las nervaduras estructurales de la comunidad, luchas de poder, su problemática social y económica, miedos y esperanzas, potencialidades y vacíos culturales, pero también su capacidad para aglutinarse y reconstituir su identidad, en un proceso de revitalización étnica.
Curré ve el Proyecto Hidroeléctrico como una amenaza a su estabilidad económica y social, a su estatus de comunidad y territorio indígena, y a su continuidad étnica. Teme perder su condición de Territorio Indígena, la expectativa de recuperar tierras, teme la dispersión de los curreseños y el fin de la comunidad indígena (Detalles en Cap. IX y X). Un aspecto que alimenta la oposición de Curré, es que el ICE no propone una visión de futuro que garantice la sostenibilidad de la comunidad en el plano social, económico y laboral.
El principal rasgo de la relación ICE – Curré, durante este período, es la ausencia de una perspectiva étnica por parte de la entidad Estatal, lo que se expresa en un escaso reconocimiento de la diversidad y multiculturalidad de los actores sociales de la región, y en la tendencia a homogeneizar las acciones y desconocer las particularidades culturales y legales, contenidas en las demandas de la comunidad de Curré y en su reacción hacia el proyecto. La ausencia de una perspectiva institucional de diferenciación étnica, coadyuva a que el ICE sea percibido por la comunidad como asociado a los sectores históricamente antagónicos de Curré (blancos e indígenas de oposición). Esto robustece la oposición de la comunidad respecto al Proyecto Hidroeléctrico.
La ausencia de una perspectiva de diferenciación étnica, ha permitido al ICE caer en desaciertos, que condujeron la relación con Curré a un terreno confrontativo, en donde se manifiestan las tensiones interétnicas existentes en la región, y los conflictos internos de la comunidad de Curré. El tema del Proyecto Hidroeléctrico se convirtió en otro espacio de confrontación interétnica. El ICE se inserta dentro de la confrontación interétnica y el Proyecto Hidroeléctrico Boruca adquiere el carácter de símbolo de la otredad invasora: es lo externo, es el sikua, es el “toro” del “juego ritual de los diablitos”.[5] Por efecto de la confrontación, Curré experimenta un proceso intenso de fortalecimiento de su identidad étnica.[6]
El proceso tiene dos fases cronológicas, la primera, que va de marzo de 1999 a agosto del 2000, fue de “trato indiferenciado”: el ICE se comunica con Curré sin diferenciar su problemática del resto de comunidades de la región. Curré se queja reiteradamente de que el ICE no establece una relación directa con Curré y sus instancias representativas (ADI), según corresponde a su carácter de comunidad indígena, cabecera de Territorio. La segunda fase, de Agosto del 2000 a mayo del 2001, evidencia un intento de trato “focalizado” hacia Curré, que se caracteriza por reuniones en la comunidad e intercambio de cartas, pero factores incubados durante la primera fase entraban los resultados, causando un estancamiento al final del período. El intento de hacer cambios en la Segunda Fase del proceso, es tardío y los cambios insuficientes. La Primera Fase fue muy larga, lo que permitió que se incubaran anticuerpos y desconfianzas, se estructuraran nuevos grupos internos y alianzas con organizaciones de oposición al P.H. Boruca, que actuaron en la Segunda Fase. Al cabo del proceso, la relación ICE – Curré, era de total entrabamiento.
Características de la Primera Fase de interacción ICE – Curré
- Carencia institucional de una visión étnica.
- Falta de un tratamiento diferenciado hacia la comunidad de Curré, en razón de sus particularidades, diferencia culturales, expectativas y necesidades.
- Tardanza para entablar una relación directa con la Asociación de Desarrollo Integral, órgano político y entidad señalada por ley para la representación de la comunidad indígena.
- Aparente cercanía del Proyecto Hidroeléctrico y los intereses de sectores históricamente antagónicos a la comunidad, a saber, blancos de la región, no indígenas asentados en su Territorio, sectores indígenas de oposición e incluso la conai, entidad estatal que no es considerada como representativa de los intereses indígenas, según la óptica de Curré.
- Inexistencia de una propuesta concreta a Curré, que dotara a la comunidad de una perspectiva de su situación futura.
- No aceptación pública, de parte del ICE, respecto a la oposición de Curré frente al Proyecto Hidroeléctrico Boruca.
- Recrudecimiento de la campaña en contra de la ADI, por parte del “grupo indígena de oposición”. Este grupo, percibido como cercano a los intereses de los no indígenas, logra paralizar el trabajo de la ADI, durante 5 meses, lo que incrementa el clima desconfianza existente en la comunidad.
- El Proyecto Hidroeléctrico, en sí mismo, es percibido por muchos curreseños como una amenaza para la continuidad étnica de la comunidad.
Características de la Segunda Fase de interacción ICE – Curré
El ICE intenta establecer una relación directa con Curré, pero ya es tarde, porque:
- El ICE no recupera credibilidad (Hay un evidente agotamiento de su imagen.).
- El Grupo de Oposición es desafiliado por decisión unánime de la asamblea.
- Se consolida políticamente la Asociación de Desarrollo Integral.
- Surge el Grupo de Mujeres con Espíritu de Lucha.
- Aparecen nuevos sectores de apoyo, regionales, culturales, ambientalistas, ONGs.
- Solidaridad internacional.
- Curré logra cierto protagonismo.
- Se observan elementos de revitalización étnica surgidos por efecto de la confrontación.
- El proceso llega a un punto de entrabamiento.
Acerca del sentido de la información.
A lo largo de todo el proceso, hay una demanda permanente de información, por parte de Curré hacia el ICE. Si bien el ICE ha hecho esfuerzos por dar información a la comunidad, la mayor parte de las veces la información ha sido técnica, o bien, sobre aspectos relacionados con la naturaleza del proyecto. Para Curré, información es sinónimo de su futuro. El imperativo de la gente de Curré es conocer “lo que en realidad el ICE quiere hacer con nuestras vidas”.
¿Cómo mejorar las relaciones ICE – Curré?
Sugerencias para un replanteamiento de las relación ICE – Comunidad indígena de Curré.
Resumen Capítulo XI
El ICE: necesidad de un replanteamiento.
Convendría al ICE revisar detenidamente la experiencia vivida hasta ahora con la comunidad de Curré (Cap. X). La relación del ice con las comunidades del país a lo largo de medio siglo de existencia han sido buenas, pero una serie de factores sociales hacen que en la actualidad estas relaciones sean más difíciles. En el pasado, la ideología del progreso, contribuía a asimilar los impactos sociales y ambientales causados por las grandes obras de infraestructura. En los años sesenta y setenta, la presencia del ICE era percibida como una fuerza benefactora que traía consigo una poderosa transformación cultural, económica, laboral, etc. Era aquel un proceso modernizador que, si se quiere, el país entero propiciaba, en un clima empapado por el pensamiento reformista de la Segunda República. Hoy corren vientos distintos y existe una actitud más crítica de las comunidades, en lo que respecta al uso de sus recursos y del medio ambiente. Esto genera contradicciones entre los proyectos nacionales y los proyectos locales, y entre el Estado y la sociedad civil, que exigen vigorosos esfuerzos de entendimiento y de búsqueda de consenso.
Nuevos modelos promueven el debilitamiento del Estado, el proyecto nacional empieza a competir con el proceso de privatización y el discurso del desarrollo ya no resulta convincente. Las comunidades ya no responden a los llamados que invocan al bienestar colectivo y nacional y se preguntan ¿quiénes son los verdaderos beneficiados y para quién es el producto de su sacrificio? Las últimas décadas han sido de revaloración del entorno ecológico. Se quiere proteger el recurso local frente a las iniciativas nacionales o transnacionales. En consecuencia el ICE tendrá que utilizar mecanismos de negociación y compromiso mutuo, e intentar un cambio de estrategia institucional congruente con el nuevo entorno, que satisfaga las actuales exigencias y expectativas de las comunidades, e incluso, que ayude a descubrirlas y decantarlas, puesto que no siempre están claras.
Se presenta para el ICE la situación adicional de tratar por primera vez con una comunidad indígena, un tema tan particular como una eventual reubicación. Actualmente las comunidades indígenas han adquirido una mayor conciencia de su identidad étnica y de sus derechos, y enarbolan posiciones orientadas a la revalorización de su territorio, entorno ecológico y autonomía, a la vez que cuestionan el concepto de desarrollo impulsado por las metrópolis nacionales. El contacto con el “otro cultural” por parte del ICE, plantea la necesidad de integrar el enfoque étnico en el manejo de sus relaciones con estas comunidades. Se impone, intentar formas de diálogo y de entendimiento, que busquen la satisfacción de las necesidades comunales, étnicas y nacionales, sin menoscabo unas de otras, y de ser posible, con opciones de beneficio mutuo.
Oposición de Curré al P. H. Boruca.
Los argumentos de Curré en oposición al proyecto, giran en torno a tres aspectos: 1) temor a perder bienes y valores que dan cohesión al grupo, se asocia al ancestro indígena y a la identidad étnica. 2) temores derivados de la incertidumbre y de la ausencia de información específica con respecto al futuro de la comunidad, desconocimiento de condiciones futuras de reproducción económica de la comunidad, condiciones materiales de la nueva localidad, y del futuro del Territorio y la Ley Indígena. 3) inconformidad con respecto a la forma en que el ICE se relaciona con la comunidad.
En el ámbito ideológico, la represa es percibida como una amenaza para su continuidad étnica, porque destruye espacio geográfico, acervo ecológico y legado arqueológico, aspectos convertidos en símbolos de su identidad étnica; pone en peligro la figura legal de la “reserva”, la que garantiza sus territorios comunitarios y el “modo actual de vida”.
En el ámbito económico la fragilidad de la comunidad de Curré, y las condiciones sociales existentes (pobreza, desempleo, migración) dificultan la subsistencia de muchos familias, algunas conducidas por ancianos o mujeres. Esto incrementa el temor a no poder adaptarse en un nuevo contexto geográfico y económico, en caso de reubicación.
El Proyecto Boruca se plantea en medio de una contradicción no resuelta en torno a la figura legal de las “reservas”, definidas por ley como territorios indígenas inalienables etc., pero en la práctica bajo posesión ilegal, por parte de no indígenas. Esta situación es otra poderosa causa de temores y resistencia contra el Proyecto.
El Proyecto despierta intereses que alimentan antiguas confrontaciones. El temor a la potenciación de actores regionales contrarios a los intereses indígenas, se suma al temor ya existente con respecto al Proyecto. El Proyecto hace recordar una larga trayectoria histórica de derrotas y malos tratos, efectuados por los indígenas de la región.
El modo en que se ha producido la relación ICE – Curré, se convierte por sí misma, en causa de oposición al proyecto. La visión institucional ha carecido de un enfoque étnico, lo que se hace evidente en ausencia de un acercamiento diferenciado hacia Curré, lentitud para establecer una relación directa con la Asociación de Desarrollo, aparente cercanía con actores sociales de la región históricamente antagónicos a Curré, inexistencia de una propuesta concreta de visión de futuro para la comunidad y no aceptación pública de la oposición de Curré ante el Proyecto Boruca.
Durante los últimos años ha cobrado auge entre los pueblos indígenas del continente, un pensamiento orientado a replantear el estatus de las comunidades indígenas y generar un cambio en las relaciones con el Estado – nación, orientado al fortalecimiento de la capacidad autónoma de decisión. Este ideario, contribuye ideológicamente a dar cohesión y coherencia al proceso de oposición al Proyecto. Al fragor de este proceso, se ha producido un avivamiento de la identidad étnica, que asume la forma de “resistencia” al Proyecto, al tiempo que se han robustecido los lazos de fraternidad con otras comunidades indígenas y han establecido alianzas con grupos ecologistas y otros entes solidarios, adversos al Proyecto Hidroeléctrico (Ver Cap. X).
Implicaciones éticas y sociales de un reasentamiento.
Organismos como BID, afirman que “hay que evitar los reasentamientos cada vez que sea posible” (…) “El reasentamiento involuntario puede tener consecuencias traumáticas … Constituye una ruptura repentina de la continuidad del tejido social… puede tener como resultado el empobrecimiento, desbarata patrones de asentamiento… formas de producción…, puede constituir una amenaza para la identidad cultural…” Un reasentamiento mal planificado causa pobreza e inseguridad y sirve de terreno fértil para la delincuencia organizada, el tráfico de drogas y el terrorismo” (bid, 1999) Una decisión tan trascendente, supone una enorme cuota de responsabilidad y compromiso ético de parte de los tomadores de decisión y solo debería ser tomada en el entendido de “transformar el reasentamiento en una oportunidad de desarrollo”. En ese caso, “el objetivo general del reasentamiento debe consistir en mejorar la calidad de vida, la seguridad física, la capacidad productiva y los ingresos…”. Esto supone la capacidad de garantizar planificación desde las primeras fases, participación de los afectados, financiamiento suficiente del programa de reasentamiento y compromiso moral y político de los tomadores de decisión, condiciones determinantes para el éxito de un reasentamiento (BID, 1999). Tal situación adquiere una relevancia especial en el caso de Curré, debido a las particulares condiciones de fragilidad económica y social de esta comunidad. El camino a seguir, en todo caso, requiere un radical replanteamiento de la relación ICE – Curré. Nuestra propuesta es a siguiente.
Nueve sugerencias para un replanteamiento de las relaciones Curré – Instituto Costarricense de Electricidad
Los dirigentes de Curré no cierran los espacios a posibles conversaciones, pero demandan respeto a su cultura e identidad. Algunos líderes han expresado que: “El ICE y Curré pueden llegar a ser amigos”. No obstante, un replanteamiento de relaciones ICE – Curré requiere cambiar la percepción que la comunidad tiene actualmente del ICE; pero para ello es imprescindible modificar también la perspectiva que hasta ahora el ICE ha tenido de Curré. Ello implica elaborar un nuevo marco filosófico de la relación ICE – Curré y actuar de conformidad con ese marco. En este sentido van orientadas las siguientes sugerencias:
- Aceptar el “NO” al Proyecto, externado por Curré (Detalles en Cap. XI)
- Presentar de una propuesta concreta a Curré. (Propuesta de situación futura).
- Pasar de una relación antagónica, a una relación de sociedad, ICE – Curré.
- Asumir una nueva filosofía que sirva de marco a la relación ICE – Curré.
Estaría basada en el principio: “Acompañamiento en el desarrollo económico y social de Curré, con respeto y estímulo al fortalecimiento de su identidad étnica”. - Respetar la Identidad étnica de Curré y las instancias políticas internas de Curré.
- Construir la Propuesta de Reubicación y Beneficios a la comunidad, a partir de un estudio necesidades concretas de Curré.
- Integrar los planteamientos de la gente, sus deseos y temores, al diseño y construcción de propuesta de reubicación y beneficios adicionales.
- Constituir un equipo interdisciplinario para la ”visualización” futura de Curré, con participación de miembros de la comunidad.
- Propiciar la participación de un mediador independiente (Garante).
Expectativas de los curreseños ante una eventual reubicación.
Consultados los curreseños acerca de una hipotética reubicación, les solicitamos mencionar “aquellas cosas que deberían conservarse para que Curré, no deje de ser Curré”. A continuación se ofrecen sus planteamientos (Detalles en Cap. XI).
- Que la reubicación sea colectiva y que se produzca la declaración del nuevo sitio como Territorio Indígena.
- Que se tomen medidas concretas para que esas tierras no pasen a otras manos.
- Que se mantenga el tipo de asentamiento disperso actualmente existente.
- Recuperación intensiva del patrimonio arqueológico de Curré.
- Creación de un museo en el nuevo poblado, para la custodia del Patrimonio Arqueológico por parte de la comunidad.
- Traslado de restos humanos del cementerio actual para que no sean inundados.
- Garantía de trabajos durante el Proyecto.
- Condiciones laborales y económicas post Proyecto.
- Planes de capacitación, tecnificación y profesionalización de sus jóvenes para laborar en el Proyecto y lograr una inserción en el escenario post Proyecto.
- Talleres de artesanía y estudio de la tradición.
- Programa especial de atención a sectores vulnerables de la comunidad.
- Mejora de servicios.
- Desarrollo específico y desarrollo regional.
Reubicación, identidad y Territorio.
Los curreseños estarían en una mayor disposición de negociar la eventual construcción de una represa, si se normaliza la situación legal de sus tierras, con la recuperación de al menos una significativa parte del territorio original, asignado por ley. De llegar a darse la reubicación, tendría que implementarse desde antes del reasentamiento, un proceso de reelaboración simbólica, orientado al fortalecimiento de la identidad étnica y aumento de la autoestima, lo que no podría realizarse sin la decidida participación y anuencia de los curreseños. Esta labor comprendería entre otras cosas talleres de identidad étnica, puesta en valor de aspectos de la cultura boruca curreseña, actualmente en proceso de deterioro, todo ello aunado a un programa de mejoramiento social y económico de la localidad (Ver Cap. XI).
[1] Cierta beligerancia que se percibe en esta interpretación de la identidad étnica de Curré, puede estar acentuada en este momento por el clima de oposición al Proyecto Hidroeléctrico y por la existencia de grupos que objetan la identidad étnica y el control de la comunidad (ver Cap. V, VIII y X. )
[2] Esta conclusión del trabajo colectivo de taller es importante, dado que uno de los argumentos de quienes cuestionan la identidad étnica en Curré, es la presencia de mestizos en la comunidad, los que ocupan un lugar importante, dado que las parejas mixtas constituyen el 27 % del total de familias. Sin embargo, como hemos podido constatar, el criterio de filiación étnico incluye a los mestizos como parte de la comunidad indígena.
[3] Este fenómeno ocurre en contextos de fuerte discriminación social. Cardoso hace énfasis en lo que él llama “identidad dolorosa”. Ver Cap. II.
[4] Curré es una comunidad de la etnia boruca y existe otra comunidad portadora de esa identidad étnica. Pese a ello, los curreseños se expresan como si con la disolución de su comunidad desapareciera la etnia. Tampoco se conciben reintegrándose a la comunidad madre, en caso de una reubicación. De manera que, a la cuestión étnica se agrega otro aspecto, y es el de la identidad de la comunidad local.
[5] En la celebración del 12 de octubre del 2000, se hizo una representación del Juego de los Diablitos, en que se utilizó un toro amarillo en alusión al ICE.
[6] Una reacción semejante ha sido experimentado por otras etnias ante la eventual construcción de represas hidroeléctricas. Es el caso de los kunas de Bayano (Guionneau, 1995) y nahoas de Alto Balsas (Díaz Polanco, 1997) entre otros.
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