Capítulo XII

El verdadero color del pájaro curré.

Identidad étnica en Curré: apreciaciones finales.

Identidad y polarización social en Curré.

Al fin de un largo viaje.

Termina así nuestro largo viaje por Curré y sus acontecimientos. Durante este recorrido hemos ido en pos de los objetivos que nos propusimos al inicio: conocer los elementos que sirven de soporte a la identidad étnica de los curreseños y comprender los procesos de construcción de la identidad, que se producen en la interacción con otros actores sociales, regionales y nacionales (ver Objetivos, Cap. I).

A lo largo de estas páginas efectuamos una caracterización etnográfica de Curré, lo que significó estudiar su localidad, profundizar en sus aspectos económicos, sociales y culturales, y conocer el proceso vivido ante la eventual construcción del Proyecto Hidroeléctrico Boruca. Todo este esfuerzo fue realizado para comprender la realidad social de Curré y detectar las diversidad de formas en que la identidad étnica se manifiesta en cada faceta de la vida de esta comunidad. Complementariamente, realizamos talleres de reflexión con diferentes sectores de la población curreseña, en torno a su manera de comprender y sentir su identidad étnica, y en torno a la forma en que esta identidad se ve afectada por aspectos tales como migración, mestizaje y desarrollo, entre otros aspectos.

En el Capítulo de Anexos se incluye un resumen completo de la investigación, capítulo por capítulo. Las siguientes páginas ofrecen nuestra reflexión final sobre la identidad étnica en Curré, aspecto central de esta investigación.

 

El verdadero color del pájaro Curré

Identidad étnica en Curré
Apreciaciones finales.

Curré es el nombre de un pequeño tucán,
que los antiguos borucas llamaban srit.

La identidad étnica de Curré, asoma en los más inesperados resquicios de su acontecer y su vida diaria. Para finalizar este viaje etnográfico por la realidad curreseña, nos referiremos a la gama de aspectos que funcionan como marcadores de identidad étnica en Curré. Son esos colores aún presentes en el plumaje del pájaro Curré que le delatan y le distinguen.

Los acontecimientos recientes en oposición al Proyecto Hidroeléctrico Boruca, fortalecieron la identidad étnica de Curré. Como explicara Cardoso, es en la confrontación interétnica donde la identidad se manifiesta plenamente. La identidad surge en la confrontación o “fricción interétnica” (Cardoso, 1992: 23). Si bien, Cardoso hace énfasis en los aspectos confrontativos y de contraste, que funcionan dentro de un sistema ideológico de clasificación interétnica, es nuestro interés destacar también aquellos elementos propios de la comunidad, que trascienden hasta alcanzar el nivel de representaciones colectivas y se convierten en signos de su mismidad. Estos, ciertamente, se potencian en el contraste con la otredad, pero tienen además valor por sí mismos.

A nuestro modo de ver, la identidad se fragua como resultado de una antinomia: por una parte la afirmación del nosotros, a partir de lo que somos o creemos ser, lo que suponemos que somos y nos decimos a nosotros mismos. Y por otra, la construcción frente a los otros, en el contraste y la confrontación interétnica, según observaba Cardoso. Ambos aspectos de la representación del nosotros, el nosotros en sí mismo y el nosotros frente a los otros, son caras de una misma realidad social: la identidad étnica.

En el caso de Curré, el enfrentamiento que genera el proceso vivido ante el Proyecto Hidroeléctrico, saca a relucir una gama de aspectos que son propios de la mismidad de Curré. Estos son como si dijéramos, colores del plumaje de Curré que estaban dormidos, ocultos por la asimilación y el mestizaje cultural. No se excluye incluso, la aparición de nuevos colores que la colectividad genera para alimentar su identidad.

 

Símbolos y blasones.

En la fiesta cultural alternativa del 12 de octubre del 2000, el salón comunal fue decorado con artesanía, bijagua, plátano, plátano cuadrado, achiote, platanillo, pipas, palmeras de pipa, jícaras y ramas de jícara, matas de maíz, bayas de cacao, como elementos en algún modo representativos de Curré. Los grupos humanos designan aspectos de la realidad con los cuales simbolizan su identidad. De hecho conozco un país que recurre a la guaria morada, el yigüirro, el cafeto, un escudo, una carreta pintada, una bandera de colores azul, blanco y rojo, que por cierto, cubre simbólicamente también a Curré.

En efecto, todos nos abrazamos a símbolos y blasones, que representan nuestro grupo, nuestra pertenencia, nuestra identidad colectiva. Inventamos, construimos un sueño, sea este la etnia, o la nación. Estos son costumbres, tradiciones, instituciones, objetos, que aluden a lo que consideramos nuestra forma de ser, la forma de ser de nuestro grupo. Son los poetas, los intelectuales, los artistas y los caudillos, los que modelan el sueño colectivo y lo llevan al grado máximo de representación simbólica (Ovares et all, 1993). Cuando el maestro artesano curreseño, Eusebio Lázaro, pinta un mural en el viejo edificio del centro comunal de Curré (12 de octubre 2001), hace una revisión de los elementos simbólicos que representan su comunidad y finalmente elige para su obra tan solo algunos de ellos: la imagen mítica del río Térraba transitado por antiguos boteros con sus botes cargados de productos de la tierra, y la presencia mágica del Dueño del Río al fondo. En otro mural elige el tipo de trazo y los colores sepias de la artesanía del jícaro labrado. En otro recupera diseños tomados de petroglifos precolombinos, y finalmente, perfila rostros de su pueblo y los mezcla con textos en lengua boruca. Nuestra labor es poco lo que puede agregar al genio del artista, pero en efecto, este recorrido etnográfico por Curré, su localidad, problemática social y económica, y su pensamiento étnico, nos ha permitido visualizar una gama de elementos que poseen el nivel de símbolos o marcadores de la identidad étnica de Curré. Recapitulando, estos son:

 

Espacio geográfico y territorio.

Adquieren carácter simbólico asociado a la identidad étnica, aunque proyectándose en diversas dimensiones, a saber: como objetivo político, como figura legal consignada en la Ley Indígena, como reducto y sitio de los ancestros, como sitio de referencia y como patrimonio productivo. La cultura y la tradición giran en torno a la tierra como fuerza generadora de vida, aunque bajo la paradoja de que buena parte del territorio está en manos de no indígenas (Cap. VI). Algunos mayores ven las tierras bañadas por el Térraba como espacio sagrado donde yacen las cenizas de los ancestros (C. Lázaro). Para otros el territorio “es importante cuando hablamos de una vida colectiva, porque ahí podemos preservar nuestra cultura…” (R. Rojas). El territorio da continuidad a la etnia, “porque si no seremos eliminados, como está Palmar, como está China Kichá” (T. Lázaro). Es un sitio al que “siempre podemos volver” (E. Lázaro). La valorización del territorio se incrementa ante la ausencia de otros indicadores de identidad étnica, como lengua y traje tradicional. Al cabo de un largo proceso histórico de derrotas, el territorio es lo único que queda y “no me van a dar otro Curré” (V. Lázaro). Más que elemento simbólico, el territorio es la condición material sinequanon para la sobrevivencia de la etnia y es por eso que “para el indígena el territorio es una fuerza que alimenta en todo momento su identidad” (D. Leiva).

 

El Río Grande de Térraba.

Merece especial atención como elemento de la historia la cotidianidad y la vida en Curré. Cada vez que solicitamos que se hablara de la historia de la comunidad fluyeron las aguas del Térraba en sus narraciones: el río era nuestra Interamericana, medio de transporte para sacar los productos, fuente tradicional de alimentos, ámbito de interacción y entretenimiento, dotado de fértiles vegas ideales para la producción de plátano. El río es símbolo de identidad para los curreseños. Es un sitio ancestral, porque – aseguran – en sus terrazas, desde la cordillera de Talamanca, hasta Punta Mala, han vivido indios.

 

El patrimonio arqueológico.

Es un aspecto de importante valor simbólico. La valoración del patrimonio arqueológico se ha incrementado como resultado del trabajo de investigación y extensión cultural del Museo Nacional en la localidad. El Muro de Piedra de origen precolombino, así como el Monolito ubicado al frente de la escuela, son elementos de carácter arquitectónico, altamente valorados por la comunidad de Curré, que se convierten en indicadores de su identidad.

 

Artesanía.

La práctica de la artesanía y el juego de los diablitos son las dos actividades culturales que los curreseños mencionan más frecuentemente como indicadores de identidad. La artesanía básicamente consiste en la elaboración de tejidos de algodón, máscaras y objetos elaborados a partir del jícaro labrado, todas estas, actividades fundamentadas en conocimientos de lejanas reminiscencias precolombinas.

 

Juego de los Diablitos.

Ninguna actividad expresa de manera tan intensa y evidente la cultura y la identidad indígena de Curré como el juego Ritual de los diablitos. Este juego, lucha entre los diablos y un toro, representa el combate entre indios y españoles, en “defensa de los valores étnicos y defensa de una forma de vida”. La práctica anual del Juego de los Diablitos, sirve de recordatorio de esa lucha “para no ser absorbidos por la sociedad nacional y conservar la identidad.” (Manuscrito del escritor curreseño Rodolfo Rojas, 1996). Cada juego revive simbólicamente un ciclo de muerte y renacimiento (“nacencia”) de la etnia. El Juego de los Diablitos es una actividad exclusiva de la cultura boruca. Su realización es praxis de la identidad, en donde se refuerzan los sentimientos de localidad, comunidad y pertenencia (Descripción y análisis en Cap. VII).

 

Lengua Boruca.

Aunque no se habla, con excepción de palabras y frases sueltas, se valora como uno de los símbolos de identidad étnica. En las fiestas importantes como el juego de los diablitos, en donde se hacen presentes vecinos de la comunidad hermana de Boruca, se intensifica el espíritu identitario y suelen aflorar dichos y chistes en lengua boruca. Los maestros imparten lecciones de boruca y recientemente, los niños de la escuela interpretaron en Himno Nacional de Costa Rica en esa lengua (12/10/01).

 

Otros elementos culturales.

Sobreviven un sin número de elementos culturales que pueblan el ambiente cotidiano de Curré, pero no se les tiene identificados como indicadores de identidad étnica. Algunas son muy comunes y quizá se repara poco en ellos, como por ejemplo, el uso de la hamaca, el fogón de leña, la costumbre de comer con el plato en la mano y elementos de medicina natural. Otras costumbres todavía perviven pero han ido perdiendo vigencia, como la construcción de ranchos, comidas y bebidas tradicionales que ya pocas personas preparan, como el biringo, y resabios de antiguas leyendas y tradiciones orales alusivas al dueño del monte, el dueño del río o a Cuasrán, el héroe cultural defensor de la identidad étnica que huyó de la dominación de los sikuas (no – indígenas) y vive en los cerros vecinos (Cap. VII).

 

Resistencia y dolor de lo perdido.

Algunos curreseños experimentan un profundo “dolor por lo perdido”, al constatar que ya no cuentan con ciertos rasgos culturales que podrían funcionar como indicadores de su identidad étnica, tales como la lengua o el traje tradicionales. Otros responden enfáticamente que la “resistencia” es el camino para recobrar “todas aquellas cosas que se nos han ido”. La resistencia se convierte en acción política frente al “otro” dominante y en un aspecto esencial de la identidad étnica (ver Cap. VIII). La implementacion de programas que generen la recuperación y puesta en valor de estas tradiciones, es fundamental para una comunidad como Curré, que empieza a redescubrir la importancia de estos signos de identidad. [1]

 

Promotores y portadores de la identidad étnica.

Las principales fuerzas sociales que promueven la lucha por la identidad étnica en Curré son los “mayores”, que se conciben a sí mismos como aquellos “palones” que antiguamente sostenían los ranchos y que ahora deben velar por la comunidad, y las mujeres, recientemente atrincheradas en el grupo “Mujeres con espíritu de lucha”.

En el ámbito sociopolítico una entidad que juega un papel importante como símbolo de la identidad curreseña es la Asociación de Desarrollo Integral. De acuerdo con la Ley Indígena tiene la potestad de representación legal de la comunidad, razón por la cual asume el papel de instancia política, de representación étnica y lucha por la defensa de los intereses y la identidad indígena. En Curré la ADI es vista como la entidad que ejerce la defensa de los intereses indígenas, frente a las amenazas externas de los no indígenas, y vela por los intereses patrimoniales, culturales y arqueológicos. Es tenida por la “máxima autoridad en el pueblo”, representa a la etnia dentro del Estado nación. Esto no necesariamente ocurre así en todas las comunidades indígenas (Ver Cap. V)

 

La comunidad.

Pero el elemento más importante en el sostenimiento y continuidad de la identidad étnica de Curré son los curreseños mismos. La colectividad que se dice a sí misma que es indígena, que se recuerda a sí misma su origen, que interroga sus símbolos y les da vigencia. O bien, como puede suceder, que calla, que se deja caer en el olvido y, finalmente, deja desmoronar sus símbolos. La identidad adquiere vigencia en lo cotidiano, en la respuesta al niño que pregunta si es cholo, en la escuela que integra la tradición oral a sus programas con entusiasmo, en las actividades familiares, en la organización comunal, en el discurso permanente de unos y otros, en las bromas, en esa especie de atmósfera que se respira en Curré. La identidad no es un asunto de cultura únicamente, sino autodefinición, representación colectiva, clasificación y diferenciación con respecto a los otros (Cardoso, 1992). Es por eso que la definición de indígena que plantean los curreseños es activa, militante y apela a una actitud de resistencia frente a la asimilación de la sociedad nacional. Según esta definición, el indígena se caracteriza por tener ancestros indígenas, conservar su tradición, servir a su comunidad, tener presente su cultura: idioma, artesanía, valorar principios culturales, conservar y respetar su identidad dentro y fuera de su pueblo. La resistencia es parte esencial de la definición: “No somos guerrilleros pero estamos tratando en cómo resistir (…) aunque solo tengamos un dedo en el cuerpo, pero somos bruncas” (Taller de identidad étnica, Cap. VII). Sin embargo, la resistencia como oposición pura no basta. La identidad requiere de la mismidad, aunque sea “un dedo en el cuerpo”. De ahí la importancia del rescate, la puesta en valor y la construcción de símbolos. [2]

 

Aspectos que atentan contra la identidad étnica.

Cabe mencionar la migración, el cambio cultural acelerado, la baja autoestima de los miembros de la comunidad, la estigmatización y la marginación que se produce en el contacto con otros interlocutores en la interacción interétnica. La situación económica de Curré tiene graves repercusiones sobre el campo de la identidad étnica. La atadura a la tierra en condiciones desventajosas y la pobreza, pueden aparecer en la mente de los jóvenes asociada a su identidad étnica, lo que podría generar una reacción del tipo: “rompo con mi identidad indígena para salir de la miseria” (Ver Cap. VI).

 

Proyecto Boruca e identidad étnica de Curré.

A raíz de esta reflexión, es nuestro criterio que si el ICE y el Estado costarricense pretenden construir una gran obra de infraestructura en la región, contando con la anuencia de Curré, tendrán que empezar por proponerse el gran reto de replantear su proyecto, de tal manera que no signifique una amenaza para continuidad económica, social y étnica de Curré. El proyecto hidroeléctrico y el eventual plan de reasentamiento de Curré, tendrían que convertirse en una opción de futuro, con un claro y evidente programa de desarrollo regional, con absoluta garantía para Curré en torno a su sostenibilidad económica y social. El proyecto requiere un adecuado enfoque étnico, que respete las diferencias sociales y culturales de Curré y el resto de comunidades indígenas de la región, que promueva el respeto a la identidad étnica y promueva su continuidad (Ver Cap. XI, Sugerencias para un replanteamiento de la relación ICE – Curré).

Lejos de opacar los colores identitarios del pájaro Curré, el Instituto Costarricense de Electricidad tendrá que plantearse, conjuntamente con la comunidad, formas y mecanismos de hacerlos perdurar. De no ser esto posible, cabe suponer que Curré, continuará alimentando su oposición al Proyecto Hidroeléctrico.

[1] La creación de programas de recuperación y puesta en valor de la tradición, es una responsabilidad y un reto para el Estado, las ONG’s y los líderes de esta comunidad.

[2] Consideramos que esta reflexión es válida, no solo para la cultura y la identidad étnica de Curré, sino en lo que atañe a la cultura y la identidad nacional costarricense, la que se alimenta de los valores y los símbolos culturales de los grupos y las etnias que la constituyen.