Capítulo XI

Replanteamiento de la relación ICE – Comunidad Indígena de Curré.

Nueve sugerencias.

Curré quiere tener amigos. 

Daniel Leiva.

El ICE y Curré tienen que noviar.

Hugo Lázaro.

 

1. Presentación.

En el capítulo anterior, se analizó la relación entre la comunidad indígena de Curré y el Instituto Costarricense de Electricidad, desde inicios de 1999, fecha en que se informa de la reactivación del P. H. Boruca, a mayo del 2001, cuando el proceso se entraba (Cap. X).  Como se pudo apreciar, en el transcurso de este período, se generó un conflicto entre la empresa y la comunidad indígena. Los curreseños ven el P. H. Boruca como una amenaza para su continuidad étnica y sostienen que el ICE no ha sido transparente, se ha negado a reconocer públicamente la oposición de Curré ante el P.H. Hidroeléctrico, no ha respetado las instancias comunales, en especial la Asociación de Desarrollo, establece vínculos con sectores antagónicos a la comunidad, no ha sido respetuoso del marco legal en materia indígena[1] y tampoco ha hecho una propuesta concreta a Curré (Cap. X). Pese a lo anterior, los curreseños no han cerrado todos los espacios a posibles conversaciones con el ICE, aunque bajo la demanda de respeto a su cultura e identidad. De hecho, hemos escuchado a dirigentes de la comunidad afirmando que “el ICE y Curré podrían llegar a ser amigos”.

En nuestro criterio, si se quiere revertir la percepción existente con respecto al ICE, respecto al Proyecto Boruca y respecto a un eventual reasentamiento de la comunidad, el ICE tendrá que implementar cambios sustanciales en la relación con Curré. En este capítulo ofrecemos nueve sugerencias destinadas a tal efecto.

 

2. Discusión previa

Antes de enunciar nuestra propuesta para un replanteamiento de la relación ICE – Curré, es necesario exponer algunos aspectos que sirven de soporte a nuestras sugerencias. Los temas a analizar son: a) necesidad de un replanteamiento de la relación ICE – comunidades, b) causas del rechazo de Curré al Proyecto Hidroeléctrico Boruca y c) implicaciones sociales de un reasentamiento involuntario.

 

2. 1 Relación ICE – comunidades: necesidad de un replanteamiento.

Convendría al ICE revisar detenidamente la experiencia vivida hasta ahora con la comunidad de Curré, dado que el enfrentamiento que se observa, no parece representativo de lo que han sido en el pasado, las relaciones del ICE con las comunidades del país. El hecho de que en marzo y abril del 2000, miles de costarricense se lanzaran a las calles a defender esta institución, la que consideraron amenazada por un proyecto de ley que se tramitaba en la Asamblea Legislativa, demuestra que el ICE no es una empresa ajena a los intereses y el afecto de los costarricenses.

Esta institución, creada en 1949, representa la culminación de una larga lucha librada por varias generaciones de costarricenses en procura de una solución definitiva al grave problema de la escasez de energía eléctrica y pérdida de soberanía nacional, en el campo de la explotación de los recursos hidroeléctricos del País. La actividad del ICE, iniciada en un contexto post revolucionario, adquiere visos de realización nacional. En 1963 su ámbito de acción se extiende a las telecomunicaciones. La labor del ICE ha sido percibida como base de la transformación económica y social que experimenta el país, a partir de la instauración de la Segunda República, lo que la convierte en “piedra angular de la política económica” (Rovira, 1982). El cambio tecnológico trajo bienestar y transformación de la vida cotidiana, lo que resultó evidente para el hombre común, quien vio transfigurarse su entorno, sus actividades, tradiciones y costumbres, como resultado de los efectos inmediatos o secundarios de la electrificación y las telecomunicaciones.

El ideario institucional del ICE, se ha caracterizado por un concepto de desarrollo tecnológico, no exento de sentido social y solidaridad, lo que se manifiesta en la democratización de los servicios y en su proyección a toda la población, incluyendo sectores sociales distantes y de escasos recursos. El compromiso social de esta empresa estatal, fue más allá de la prestación de los servicios técnicos y la acción solidaria del ICE,  ha estado presente en los desastres y conflagraciones de la naturaleza. Como institución, el ICE representa un tipo de Estado, comprometido con un modo de vida que el costarricense valora y defiende, como lo demostró en el  movimiento popular contra “el combo” (Amador, 2002).

Las relaciones del ice con las comunidades del país, a lo largo de medio siglo de existencia, han sido buenas, lo que no supone la ausencia de conflictos eventuales, algunos de ellos inherentes a su gestión. No obstante, una serie de factores sociales hacen que en la actualidad, estas relaciones sean más difíciles que antes. En el pasado, la ideología del progreso y la modernidad, contribuía a asimilar los cambios y los impactos sociales y ambientales, causados por las grandes obras de infraestructura. En los años sesenta y setenta, la presencia del ICE era percibida como una fuerza benefactora que traía consigo una poderosa transformación cultural, económica, laboral, etc. El ICE cumplía una función de “agencia de cambio” en las comunidades, no solo por efecto de la presencia de su personal en la región, sino por el aprendizaje de nuevas pautas culturales, adquiridas por los trabajadores locales en su nueva experiencia laboral y social dentro de la empresa eléctrica (Amador, 1991: 351). Era aquel un proceso modernizador que, si se quiere, el país entero anhelaba y propiciaba, en un ambiente nacional ideológicamente empapado por el pensamiento reformista y modernizante de la Segunda República. Hoy corren vientos distintos, signo tal vez de lo que algunos llaman la “postmodernidad”, y existe una actitud más cautelosa de las comunidades, en lo que respecta al uso de sus recursos y del medio ambiente en general. Esto genera contradicciones entre los proyectos nacionales y los proyectos locales, y entre el Estado y la sociedad civil. Contradicciones que exigen nuevos y vigorosos esfuerzos de entendimiento y de búsqueda de consenso.

La contradicción ICE – Curré, plantea una serie de inquietudes con respecto al futuro de las relaciones entre las entidades del Estado y las comunidades en general; evidencia que se están dando nuevos posicionamientos de las comunidades frente al Estado y sus instituciones, y demanda nuevos retos y replanteamientos para las instituciones estatales. Una serie de aspectos han cambiado: nuevos modelos promueven un debilitamiento del Estado y el proyecto nacional, empieza a competir con el proceso de privatización. En consecuencia el discurso del desarrollo ya no resulta convincente. Las comunidades ya no se sienten apeladas ante los llamados que invocan al bienestar colectivo y nacional, sino que empiezan a preguntarse en cada proyecto, qué tanto es necesidad de la población realmente y qué tanto corresponde al interés de otros sectores. En otras palabras, ¿quiénes son los verdaderos beneficiados y para quién es el producto de su sacrificio? Paralelamente, las últimas décadas han sido de revaloración del entorno natural, los recursos ecológicos han sido en buena medida apropiados por las comunidades. Esto explica que se quiera proteger el recurso local frente a las iniciativas nacionales o transnacionales, o bien, se plantee abiertamente la pregunta ¿qué va a percibir la comunidad a cambio?

Esta actitud de cuestionamiento frente a los proyectos de desarrollo que tocan recursos ecológicos y comunales en general, no se restringe solamente a proyectos de generación eléctrica, sino que se manifiesta en proyectos turísticos y hoteleros, caminos, túneles urbanos, explotaciones mineras y petroleras. Solo en el mes de setiembre del 2001, la prensa informa sobre reacciones importantes contra dos proyectos de desarrollo. En un caso el Proyecto Hidroeléctrico Jiménez, que afectaría los cantones de Pococí y Guácimo, los vecinos han manifestado su preocupación por el futuro de las fuentes de agua, lo que ha obligado a las autoridades locales a realizar plebiscitos de consulta popular, en donde se les pregunta si están “de acuerdo en que la Municipalidad dé los permisos para la construcción del Proyecto Hidroeléctrico Jiménez en las zonas protectoras de acuíferos” (La Nación/03/09/2001). En otro ámbito, el mismo periódico informa acerca de la oposición a la exploración petrolera, por parte de importantes sectores de la población limonense, entre ellos la Iglesia Católica. “Los sacerdotes cuestionan el desarrollo de la provincia frente a los efectos negativos para el ambiente. También se exponen las dudas hacia los proyectos hidroeléctricos, la tala desmedida y el mal manejo de agroquímicos” (La Nación, 04/09/2001). Una audiencia pública para discutir este tema, termina convertida en un “campo de batalla” donde “ambientalistas y defensores de las petroleras se enfrascaron en una guerra verbal”. Participaron más de 600 personas, 214 de ellas se inscribieron ante Setena para exponer sus ideas (La Nación, 20/09/2001). [2]

Anteriormente el ICE podía otorgar recursos a las comunidades y responder de algún modo a una necesidad local, sin embargo, es probable que esto ocurriera a manera de concesión, en una relación unidireccional, no necesariamente dentro de un proceso de negociación y compromiso mutuo. Todo parece indicar que esa actitud ahora ya no es suficiente. Intervienen otros factores, ha cambiado el escenario político estatal, han cambiado las comunidades, ha cambiado el discurso ideológico imperante. Sin embargo, pese al cambio de escenario, parece que no se ha dado, paralelamente, un cambio de estrategia institucional congruente con el nuevo entorno, que satisfaga las nuevas exigencias y expectativas de las comunidades, e incluso que ayude a descubrirlas y decantarlas, puesto que no siempre están claras.

En el caso concreto del ice y su relación con la comunidad de Curré, se presenta la situación inusual para esta institución, de tratar por primera vez con una comunidad indígena, en torno a un tema tan particular como una eventual reubicación. Hasta ahora las experiencias de afectación directa, causadas por proyectos hidroeléctricos, habían sido con comunidades criollas, más imbuidas por la visión nacional de desarrollo. Estas fueron el Barrio Loaiza durante la construcción del P. H. Cachí, o las poblaciones de Arenal y Tronadora durante la construcción de P. H. Arenal, ambas en la década de los setenta (Obando, 1981). La nueva situación trae al tapete el tema de las relaciones “etnia – desarrollo” y “etnia – sociedad nacional”, con la particularidad de que actualmente, las comunidades indígenas han adquirido una mayor conciencia de su identidad étnica y de sus derechos, al tiempo que enarbolan posiciones orientadas a la revalorización de su territorio, su entorno ecológico y su autonomía, a la vez que cuestionan el concepto de desarrollo impulsado por las metrópolis nacionales (Ver Cap. II, Aspectos Teóricos). El encuentro con el “otro cultural” por parte del ICE, demanda la adecuación de su perspectiva institucional, y plantea la necesidad de integrar el enfoque étnico, en el manejo de sus relaciones con estas comunidades.

 

Dos proyectos en contradicción.

El encuentro del P.H. Boruca con la comunidad indígena de Curré, equivale al enfrentamiento de dos proyectos y dos visiones de mundo: el proyecto nacional de desarrollo, por una parte, representado por el ICE, y el proyecto de continuidad étnica al que aspira la comunidad indígena de Curré (Ver Cap. IX). Ambos proyectos son plenamente legítimos. Visto el punto desde otro ángulo, Curré no es una comunidad ajena a la sociedad nacional. Por el contrario, cada vez caminamos más hacia la construcción, (o reinvención) permanente y necesaria, de la sociedad nacional pluriétnica y multicultural que somos. Es por eso que se impone, intentar una vez más, formas de diálogo y de entendimiento, que busquen la satisfacción de las necesidades comunales, étnicas y nacionales, sin menoscabo unas de otras, y de ser posible, con opciones de beneficio mutuo.

La relación ICE – Curré, es solo un reflejo de la relación del Estado con las comunidades indígenas del país, una manifestación de la relación de la sociedad nacional con las comunidades étnicas. Lo que se avance en esta coyuntura y en todos los ámbitos de contacto interétnico, en el amplio espectro del quehacer nacional, son pasos necesarios en la construcción permanente de esa Costa Rica pluriétnica y multicultural, a la que nos referimos antes. Es en este sentido que en estas páginas intentamos plantear, desde la perspectiva de la antropología aplicada, algunas sugerencias, para lo que podría ser una relación de mutuo entendimiento entre el ICE y la comunidad indígena de Curré.

 

2. 2 Curré: causas de su oposición al Proyecto Boruca.

Las causas del rechazo de Curré ante el Proyecto Hidroeléctrico Boruca se agrupan en tres ámbitos. En el primer ámbito se ubica el temor a perder bienes y valores que se ligan al pasado y dan cohesión al grupo. Es el que atañe a la posibilidad de ver afectada su identidad étnica y la vinculación con su ancestro indígena. El segundo ámbito, es aquel en que se ubican los temores derivados de la incertidumbre y de la ausencia de información específica con respecto al futuro. Responde a la pregunta ¿qué es “lo que el ICE quiere hacer con nuestras vidas?” Involucra las condiciones futuras de reproducción étnica y económica de la comunidad, y las condiciones materiales de la nueva localidad, así como la situación futura del Territorio y la Ley Indígena. El tercer ámbito: es el que se refiere a las relaciones interétnicas y al modo en que la empresa eléctrica se relaciona con la comunidad indígena. Atañe a la forma en que el Proyecto involucra a otros grupos étnicos y a la sociedad nacional, en la relación con Curré.

Perspectiva cultural e ideológica. La represa es percibida como una amenaza para su continuidad étnica, porque destruye terruño, espacio geográfico, acervo ecológico y legado arqueológico, todos estos aspectos convertidos en símbolos de su identidad étnica. La represa pone en peligro la figura legal de la “reserva”,  la que garantiza sus territorios comunitarios y el “modo actual de vida” (Ver Cap. IX).

Pobreza e incertidumbre. Pocas veces los curreseños hacen alusión directa a su problema económico y al pánico que les produce una eventual reubicación, en especial  cuando no se les ha planteado un panorama claro de su situación económica futura, en caso de una eventual reubicación. Actualmente, la fragilidad económica de la comunidad de Curré, apenas permite la sobrevivencia de muchos curreseños y sus familias. Como había advertido Delfín, en innumerables casos no se sabe de qué viven familias enteras, bajo circunstancias tan precarias. Esta situación se torna más delicada en el caso de familias conducidas por mujeres o por personas de avanzada edad (Ver Cap. V y VI).

Territorio Indígena y tenencia de la tierra. Existe todo un conflicto no resuelto alrededor de la figura de las “reservas”, establecidas por ley como territorios indígenas inalienables etc., y la situación real caracterizada por la tenencia ilegal de la tierra por parte de no indígenas, ya sea como resultado de la venta ilegal por parte de los mismos indios, o bien, porque la ley nunca se cumplió realmente y las tierras no fueron indemnizas y entregadas a los indígenas. El Proyecto Hidroeléctrico se plantea en medio de esta contradicción y genera una serie de expectativas y temores, tanto para blancos como para indios, con respecto a la solución de este conflicto.

Potenciación de adversarios históricos. El Proyecto Hidroeléctrico genera intereses y amenazas que potencian antiguas divisiones. La región es un entramado de líneas de fuerza y poder, donde se asocian y se oponen diferentes fuerzas y actores, algunos de ellos enfrentados desde épocas históricas (Ver Cap. V. Aspectos Sociales). El temor a la acción de estos actores en contra de los intereses de la comunidad se suma al temor ya existente con respecto al Proyecto.

Desconfianza y derrotas. Existe una larga trayectoria histórica de derrotas y malos tratos efectuados por los indígenas de la región, lo que incluye en algunos casos la venta de sus tierras, muchas veces con engaños, o bien, por efecto de su ignorancia. El resultado de ello es una actitud muy acendrada de recelo y desconfianza, incluso hacia individuos de la misma comunidad. El Proyecto Hidroeléctrico no es una excepción.

Proceso de interacción ICE – Curré. A lo largo de estos meses se ha generado una situación de confrontación ICE – Curré, cuyo resultado ha sido pérdida de imagen y credibilidad del ICE ante la comunidad. Desde su perspectiva: “el ICE ha irrespetado a Curré, no ha sido transparente, se ha negado a reconocer públicamente la posición de Curré ante el P.H. Hidroeléctrico, abusa de su poder, las necesidades e intereses de Curré son secundarios, no ha respetado las instancias comunales, en especial la ADI, establece vínculos con sectores históricamente antagónicos, no ha respetado la legalidad, ni la identidad étnica, no ha hecho una propuesta clara y concreta a Curré”. En consecuencia es percibido como un factor amenazante y desestabilizador. Al fragor de este proceso se ha producido un avivamiento de la identidad étnica, bajo la forma de “resistencia” al proyecto, así como también, el fortalecimiento de lazos y alianzas con grupos ecologistas y solidarios adversos al proyecto. Se han robustecido los lazos de amistad con otras comunidades indígenas.

Falta de un enfoque étnico. Uno de los aspectos que ha fallado en la visión institucional es la carencia de un enfoque étnico. Esto ha derivado en: ausencia de un acercamiento diferenciado hacia Curré acorde con su especificidad, tardanza en establecer una relación directa con la Asociación de Desarrollo como entidad representativa de la comunidad, aparente cercanía con actores sociales históricamente antagónicos a Curré, inexistencia de una propuesta concreta que depare una visión de futuro a la comunidad, y finalmente, no aceptación pública de la oposición de Curré (Ver Cap. X).

Nuevo pensamiento indígena. Durante los últimos años ha cobrado auge entre los pueblos indígenas del continente un pensamiento orientado a replantear el estatus de las comunidades indígenas y generar un cambio en las relaciones con el Estado – nación. Mantiene una posición crítica respecto a las corrientes integracionistas y demanda respeto a las especificidades étnicas y culturales. Se plantea el concepto de etnodesarrollo y el fortalecimiento de la capacidad autónoma de decisión (Ver Cap. II, Aspectos Teóricos). Esta línea de pensamiento se manifiesta en acciones tales como el proyecto de Ley para el Desarrollo Autónomo de los Pueblos Indígenas, presentado ante la Asamblea Legislativa por las treinta y nueve comunidades indígenas del país, al amparo del Convenio 169 de la OIT (expediente No. 12. 032), o bien, mediante demandas de respeto a su Territorio, como las que se han venido planteando a propósito del P. H. Boruca.

 

2. 3 Implicaciones éticas y sociales de un reasentamiento involuntario.

¿Qué recomienda el BID?

Antes de ofrecer nuestras recomendaciones para un replanteamiento de las relaciones ICE – Curré, orientadas a una eventual reubicación de esta comunidad indígena, es conveniente hacer hincapié en la responsabilidad institucional y estatal que esto significa. La ejecución de un reasentamiento, especialmente tratándose de una comunidad indígena, supone una serie de riesgos para la comunidad afectada, razón por la cual el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), recomienda recurrir a la reubicación, solamente cuando no exista otra alternativa. [3] Según esta entidad “hay que evitar los reasentamientos cada vez que sea posible” y afirma que;

 

“El reasentamiento involuntario puede tener consecuencias traumáticas para aquellos que viven en la zona de influencia de proyectos de desarrollo en gran escala. Constituye una ruptura repentina de la continuidad del tejido social y puede tener como resultado el empobrecimiento de la población reubicada. (…) desbarata los patrones de asentamiento y las formas de producción, desorganiza las redes sociales y reduce la sensación de control sobre su vida que tiene la gente. Puede constituir una amenaza para su identidad cultural y causar graves problemas de salud”. Un problema adicional, es “el restablecimiento de sistemas económicos y sociales sostenibles” (BID, 1999: 1).

 

La magnitud de tales efectos, demanda gran responsabilidad de parte de los tomadores de decisión. En caso de que se decida optar por el reasentamiento de una comunidad, se tendrá que “transformar el reasentamiento en una oportunidad de desarrollo” (BID, 1999: 6). En ese caso:

 

El objetivo general del reasentamiento debe consistir en mejorar la calidad de vida, la seguridad física, la capacidad productiva y los ingresos de todas las poblaciones afectadas o, como mínimo, dejarlos, dentro de un período razonable, en el mismo nivel que tenían antes (BID, 1999: 1).

 

Estudios realizados sobre reasentamientos efectuados varias décadas atrás, demostraron que entre los factores que causaron problemas, figuraban: falta de planificación al comienzo del ciclo de los proyectos, compensación inadecuada, financiación insuficiente del componente de reasentamiento y falta de participación de la población afectada en el diseño y la ejecución del reasentamiento (BID, 1999: 5). Para evitar estas deficiencias, el BID establece una serie de principios, que deberán orientar los programas de reasentamiento. Estos son:

 

  1. Asegurar la participación de la comunidad.
  2. Considerar el reasentamiento como una oportunidad de desarrollo sostenible.
  3. Definir criterios de compensación.
  4. Compensar según costo de reposición… (El dinero no es la mejor solución, se debe prestar ayuda en transporte de posesiones, equipo, ganado…).
  5. Compensar la pérdida de derechos consuetudinarios.
  6. Crear oportunidades económicas para la población desplazada.
  7. Proporcionar un nivel aceptable de vivienda y servicios.
  8. Tener en cuenta las cuestiones de seguridad.
  9. Tener en cuenta a la población de acogida.
  10. Obtener información precisa (especialmente de grupos vulnerables).
  11. Incluir el costo de reasentamiento dentro del costo general del proyecto.
  12. Tener en cuenta el marco institucional apropiado (Autoridad, presupuesto, personal, participación del gobierno local).
  13. Establecer procedimientos independientes de supervisión y arbitraje (El documento original desarrolla uno por uno de estos principios. BID, 1999: 1-5).

 

Planificación, participación, financiamiento suficiente y compromiso político son condiciones sine quanon para el éxito del proyecto de reasentamiento. “Un reasentamiento mal planificado causa pobreza e inseguridad y sirve de terreno fértil para la delincuencia organizada, el tráfico de drogas y el terrorismo” (BID, 1999: 4).

En el caso de Curré Centro, la decisión de reubicar la comunidad supondría un compromiso ético y moral muy grande de parte de los tomadores de decisión. Curré es una comunidad de “alto riesgo” por su fragilidad económica (ver Cap. VI) y por su problemática social y su pobreza, que impulsa especialmente a los más jóvenes a la migración (Cap. V). La literatura existente ilustra casos donde los políticos toman decisiones de reubicación y no dan el seguimiento adecuado, para que se cumplan las medidas necesarias post – proyecto. L. M. Bravo (1992) se refiere al caso de la comunidad indígena de Nuevo Balsas (Guerrero, México), reubicada a inicios de los años ochenta, para la construcción de la represa El Caracol. Según la autora, los campesinos de Nuevo Balsas tuvieron que modificar las estrategias de sobrevivencia, se inundan las mejores tierras, resulta costoso trasladarse en lancha, dejaron de sembrar y optaron por el ganado, la crisis en la producción hace que decaigan los empleos ofrecidos en la zona, los vecinos y parientes quedan aislados, se desatan conflictos políticos que dividen la población, y como resultado de ello, se dificulta la solicitud de asesorías técnicas. La empresa eléctrica recurrió a promesas incumplibles. El desquebrajamiento de su base económica incentivó la migración laboral, lo que causó la disminución de la población de la comunidad. El impacto del proceso recayó sobre sectores vulnerables, mujeres, niños y ancianos. En resumen, “a los efectos negativos del reacomodo poblacional respecto a la desestabilización ecológica, económica, política, social y cultural, se le suman las consecuencias de una mala planificación que no efectúa un programa integral de desarrollo para los afectados” (Bravo, 1992: 10). Asegura la autora, que el BID propone políticas, pero en ocasiones nadie se encarga de hacerlas cumplir. “Desafortunadamente estos organismos no supervisan, ni ejercen presión para asegurar su cumplimiento”, por otra parte, agrega, “la prioridad se le da a las cuestiones técnicas y no así a las sociales…” (Bravo, 1992: 3).

Por todo lo anterior, el compromiso ético de la entidad responsable de la reubicación y el nivel profesional del proceso, son de vital importancia para el éxito del evento, que por supuesto, solo podría darse de común acuerdo y contando con la participación activa de la comunidad.

 

3. Nueve sugerencias para un replanteamiento de las relaciones
Curré – Instituto Costarricense de Electricidad

En nuestro criterio, si se quiere revertir la percepción actual de Curré con respecto al ICE, respecto al P. H. Boruca y respecto a la eventual reubicación de la comunidad, es necesario implementar cambios sustanciales en la relación ICE – Curré. Es imprescindible cambiar la visión que Curré tiene del ICE; pero también innovar la perspectiva que hasta ahora el ICE ha tenido de Curré, y elaborar un nuevo marco filosófico de la relación ICE  – Curré. En esa dirección van orientadas las siguientes sugerencias.

 

Primera sugerencia.[4]
La aceptación del “NO” externado por Curré.

El primer aspecto que el ICE debe aceptar, es que Curré sostiene una clara posición de NO a la construcción del P.H. Boruca. Partir de otra premisa sería un error. Es a partir de este punto que debe empezarse cualquier negociación. La aceptación de su posición de “NO” es importante por respeto a la comunidad, pero también por un principio de realidad, porque la negociación tiene posibilidades de desembocar en un , solo si se parte de esa circunstancia objetiva. Es a partir del NO, que debe construirse una estrategia de negociación (Las causas del rechazo al P. H. Boruca se expusieron en este mismo capítulo).

 

Segunda sugerencia.
Presentación de una propuesta concreta a Curré.

¿Qué le ofrece el ICE a Curré y a los curreseños a cambio de un a la reubicación de su comunidad? La principal acción de parte del ICE es elaborar una propuesta concreta de reubicación, que resulte beneficiosa y atractiva para la comunidad de Curré. Hasta ahora la comunidad ha percibido el proyecto hidroeléctrico como una fuente de incertidumbre respecto a su futuro. Como dice uno de los documentos elaborados por Curré, en casi dos años “no nos hemos enterado de lo que en realidad el ICE quiere hacer con nuestras vidas” (Nota de Curré al ICE, 9/10/2.000). Esta circunstancia convierte al ICE y al proyecto hidroeléctrico Boruca en factores desestabilizadores y amenazantes. Nos parece que la actitud de Curré podría verse modificada si el ICE hace una oferta concreta, que despeje temores y que resulte ventajosa y atractiva a la comunidad. El ICE debe ofrecer a Curré algo mejor de lo que Curré tiene actualmente. Mejor desde los ojos y la perspectiva de Curré. Solo así Curré podrá ver en el ICE y en el Proyecto una ventaja y una opción de futuro concreta, para que ambos dejen de ser símbolos de amenaza, para convertirse en factores de futuro y esperanza.

Se comprende que, en una fase tan preliminar del proyecto como la actual, existen aspectos importantes, en los que el ICE todavía no puede hacer ofertas concretas. Sin embargo, en ese caso será necesario negociar intenciones, metas y compromisos de trabajo conjunto en la consecución de objetivos, que se deberán concretar en posteriores negociaciones con otros actores estatales o privados.[5] O bien, negociar por etapas. En esta fase, un panorama claro, no significa necesariamente precisar dónde va a estar ubicado la futura localidad de Curré, pero sí definir, conjuntamente, cómo se quiere que sea esa localidad, viviendas, servicios, en fin, qué tipo de Curré queremos, qué se busca, qué papel tendrá el ICE, a qué puede aspirar la comunidad, qué seguridad tienen las personas y la comunidad, y disipar temores existentes al respecto. [6] Para estar interesados en someterse a un proceso tan desgastante como una reubicación, los habitantes de Curré, o de cualquier otra localidad, tendrán que estar convencidos de que van a obtener algo mejor a cambio de lo que tiene actualmente. Además del tema de la reubicación, la propuesta debe tener otros beneficios y compromisos institucionales que garanticen la sostenibilidad y erradiquen los temores (Ver sugerencias 5 y 6).

 

Tercera sugerencia.
Pasar de una relación antagónica a una relación de sociedad, ICE – CURRÉ.

Es del interés del ICE cambiar la forma en que es percibido por Curré. Esto implica cambiar la relación, pero también la forma de concebir esa relación y la forma de ver a Curré, que hasta ahora ha tenido el ICE. Se hace necesario establecer una nueva política de relación con Curré, en donde la relación entre el ICE y Curré, pueda ser vista por ambos, como una sociedad ventajosa.

Para que el ICE deje de ser visto por Curré, como un eventual agresor, y que pase a ser visto como un potencial socio, es menester que empiece a analizar la posibilidad de convertir a Curré, mediante alianzas estratégicas, en un socio dentro del proyecto hidroeléctrico. Un socio es aquel con el que se trabaja conjuntamente, dentro de un proyecto compartido, y percibe beneficios claros y concretos de una relación.

 

Cuarta sugerencia.
Asumir una nueva filosofía, o espíritu, que sirva de marco a la relación ICE – Curré.

En aras de obtener la colaboración de Curré en la realización del proyecto hidroeléctrico, y específicamente, en la ejecución de un programa planificado y participativo de reasentamiento de la comunidad, el ICE deberá enmarcar sus acciones dentro de un nuevo espíritu o filosofía de la relación ICE – Curré, y ese espíritu se sintetiza en la frase:

Acompañamiento en el desarrollo económico y social de Curré, con respeto y estímulo al fortalecimiento de su identidad étnica.

 

¿Qué significa acompañamiento?

El ICE puede ser un socio, un apoyo económico y técnico, e incluso un apoyo político a nivel estatal, en lo que concierne al desarrollo social y económico de Curré. Un socio no es alguien que asume una tarea que le corresponde a otro. Es alguien que coopera y colabora. Un socio tiene intereses comunes, es un colaborador que en determinado momento acompaña en un proceso. Nadie va a asumir las tareas históricas de Curré, pero sí, algunos podemos asumir tareas de colaboración en ámbitos donde los curreseños no tienen profesionales, no tienen recursos, o no tienen la visión. Sin embargo este aporte al desarrollo económico y social de Curré, debe darse dentro de un espíritu de respeto a la identidad étnica de Curré y a su concepto de desarrollo.

 

Quinta sugerencia.
Respetar la identidad étnica de Curré y las instancias políticas internas de Curré.

Curré es una comunidad que se declara indígena (Cap. VIII). Políticamente está orientada por un grupo o élite, que se define como indígena, y alrededor de esta identidad, gira el proyecto social de la comunidad (Cap. IX). Cualquier propuesta que se haga en contra de esta tendencia, encontrará resistencia y tendrá escasas posibilidades de prosperar. Al interior de la comunidad existen grupos que adversan esta posición, pero son grupos muy pequeños y no gozan de credibilidad, ni respeto. No tienen las condiciones para liderar un proceso. No constituyen el puerto de entrada a la comunidad. Se trata de un grupo marginal, que ha sido expulsado de la Asociación de Desarrollo Integral, por la Asamblea en pleno (Cap. V).

Los grupos de la comunidad que gozan de mayor credibilidad son, la Asociación Integral de Desarrollo, entidad establecida por ley como la instancia que representa a la comunidad; y el Grupo de Mujeres, que en este momento esta teniendo un rol importante. Ambos grupos son abiertos defensores de la identidad indígena de Curré. Lo mismo ocurre con el único grupo de jóvenes. Los individuos como tales, especialmente los jóvenes, pueden experimentar momentos de oscilación étnica. Esto es comprensible, por su inmadurez, y por el mestizaje, pero también por la marginación y prejuicio que el entorno nacional genera hacia el indígena. Sin embargo, la tendencia colectiva de la comunidad es contundentemente indígena (Ver Cap. VIII, Talleres de Identidad Etnica).

No corresponde a los foráneos, emitir juicio acerca de si una comunidad es o no indígena. La visión de lo que es indígena y lo que no es indígena, que tiene el meseteño, el “cartago”, el desarrollador, o el tecnócrata, es muy diferente a la que tiene el curreseño de sí mismo. Los indígenas definen como indígena a aquel que se concibe a sí mismo como tal y que es descendiente de indígenas. En Curré, los mestizos son considerados indígenas, y están en la posibilidad de optar en cuanto a su identidad étnica. La ley costarricense, tiene en esto una posición muy semejante a la de los indios. La ausencia de rasgos culturales, o el mestizaje, no son aspectos que determinen la entidad étnica.

El desarrollo y la identidad étnica, no son dos opciones irreconciliables, y así lo manifiestan los líderes de Curré. Lo que parece irreconciliable, son ciertas opciones. Cuando el desarrollo pasa por los mecanismos que establece la comunidad y respeta su modo de vida, y sus mecanismos internos, entonces, hay mayor aceptación. Al menos eso es lo que se percibe de nuestras entrevistas y talleres.

Para una relación armoniosa con Curré, se hace necesario que el ICE, sea respetuoso de la identidad étnica de Curré y de las instancias y circunstancias políticas que actualmente operan en la comunidad, en especial la ADI. La sola sospecha de que esto no es así, provocará una reacción en contra de cualquier proyecto de desarrollo. Claro ejemplo de ello es lo que ha ocurrido con el Proyecto Boruca. Actualmente, la gente en Curré, identifica  el proyecto hidroeléctrico con los intereses de los “blancos”, con sectores antagónicos dentro de la comunidad, y con la Conai, y  se le percibe adverso a los intereses y al futuro de la comunidad y a la perpetuación de su identidad indígena.

La aceptación de la identidad étnica de Curré, por parte del ICE y su compromiso explícito de no interferir, respetar e incluso a fomentar esta opción que la comunidad abraza, se convertiría en la mejor carta de presentación del ICE ante la comunidad de Curré, y ante las comunidades indígenas del país en general. Es este en todo caso un principio elemental al que tienen derecho todos los grupos étnicos del país, en su relación con la sociedad nacional y con las instituciones del Estado.

 

Sexta sugerencia.
Construir la Propuesta de Reubicación y Beneficios a la comunidad, a partir de un estudio de necesidades concretas de Curré.

La comunidad de Curré está agobiada por una serie de problemas concretos que afectan la vida de los curreseños y ponen en peligro su identidad étnica, como la miseria, la migración y otros problemas sociales. Todo proyecto hidroeléctrico inyecta recursos, capitales y energía en una región, los que pueden ser aprovechados en beneficio de determinada comunidad y su futuro. Es posible planificar acciones, de modo que sin alterar gravemente procesos, programas o presupuestos, sea beneficiada la comunidad de Curré, no solo en el proceso de reubicación, sino en otros aspectos, como el laboral, promoción social y otros. Esto nos invita a pensar y actuar de un modo un tanto flexible, aunque, en realidad, no se trata tampoco de una experiencia nueva para el ICE. El Proyecto Cachí, por ejemplo, adecuó procesos y programas para solventar problemas laborales y sociales de la comunidad de Cachí, que vivía una agobiante situación de miseria causada por la quiebra de la hacienda cafetalera que sostenía el pueblo. El Ice comprendió que debía hacer algo para contar con la colaboración de la comunidad y para dar la mano a una población que lo necesitaba. Esto lo consigna en sus escritos Moisés Loría Ovares (1974), quien fuera encargado administrativo del Proyecto Cachí. Los testimonios orales de los pobladores de Cachí, ilustran este proceso (Amador, 1991: 279). También son parte de esta experiencia acumulada por el ICE, las becas a estudiantes cachiseños y otros beneficios a comunidades.

Todo esto es altamente valorado por las comunidades, y debe ser parte de una negociación clara y generosa, donde sin lesionar los legítimos intereses de la empresa, se pongan recursos a disposición de las comunidades, como muestra de una voluntad y una actitud institucional. No está mal decir, aun en estos tiempos que corren, que esta clase de relaciones con las comunidades, es lo que ha conservado la imagen del ICE hasta el día de hoy, y lo que puede garantizar la sobrevivencia de esta imagen en el futuro. Por otra parte, de estos esfuerzos e inversiones, dependerá mucho la actitud de las comunidades respecto a los proyectos hidroeléctricos del futuro.

La atención de las necesidades de Curré, como un beneficio adicional de la reubicación, requiere la realización de diagnósticos. Nuestra investigación etnográfica puntualiza algunos de estos problemas (Ver Cap. V y VI), pero serían necesarios diagnósticos más específicos, siendo del más alto interés los que pueda efectuar la misma comunidad de Curré. El concepto de propuesta de reubicación y beneficios adicionales es congruente con el planteamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que pretende que el programa de reasentamiento se convierta en un programa de desarrollo, cuyo objetivo general sea: “mejorar la calidad de vida, la capacidad productiva y los ingresos de todas las poblaciones afectadas…” (BID, 1999: 1).

 

Séptima Sugerencia.
Integrar los planteamientos de la gente, sus deseos y temores, al diseño y construcción de una propuesta de reubicación y beneficios Adicionales.

Las preocupaciones y las expectativas de las personas con respecto a una eventual reubicación, son insumos importantes a tomarse en cuenta en la elaboración de un plan de reasentamiento, no solo en lo que atañe al diseño del nuevo asentamiento, sino en lo que corresponde al mejoramiento de la relación y negociación con la comunidad. En el caso concreto de la comunidad de Curré, los temores cubren un amplio espectro, que van desde aspectos tan trascendentales, como que se disperse la comunidad y se pierda la identidad étnica, hasta detalles tan concretos, como perder el servicio que presta el único aparato telefónico que opera en el pueblo. De ahí la necesidad de generar espacios para que esos temores y expectativas (inquietudes, fantasías, aspiraciones) sean planteados, de manera que sea posible su sistematización, estudio y búsqueda de soluciones. La atención a estos planteamientos, enriquece el diseño del plan de reasentamiento y probablemente contribuya a disminuir la resistencia al proyecto. En esta investigación nos dimos a la tarea de indagar con nuestros entrevistados en Curré, acerca de aquellos aspectos que deberían conservarse en un eventual reasentamiento, para lograr que “Curré no deje de ser Curré”. La sistematización de sus respuestas se ofrece más adelante, en este mismo capítulo.

 

Octava sugerencia.
Equipo interdisciplinario para la ”visualización” futura de Curré con participación de miembros de la comunidad.

La propuesta concreta de reubicación que se le presentaría a la Comunidad de Curré, debería incluir la constitución de un equipo interdisciplinario de “visualización” del nuevo asentamiento, en el que participarían representantes de la comunidad.  Esto es importante por varios motivos: 1) garantizar que el criterio de los afectados esté considerado, 2) hacer más transparente el proceso y 3) que los curreseños tengan información de primera mano del avance y de las dificultades intrínsecas al proceso.

“La participación de la comunidad es esencial para que el plan de reasentamiento culmine con éxito”. Suministra información, integra necesidades y aspiraciones de la población, promueve transparencia, estimula la participación en el desarrollo económico, reduce las expectativas excesivas. Es importante incluir puntos de vista de mujeres y grupos minoritarios (BID, 1999: 3).

 

Sugerencia No. 9
Colaboración de un mediador independiente.

Es de suma importancia la participación en todo el proceso de un mediador independiente que cuente con la confianza de ambas partes. Su aporte más importante es moderar y dar seguimiento al cumplimiento de los acuerdos y compromisos. Al respecto el BID recomienda “establecer procedimientos de supervisión y arbitraje”. Adicionalmente reconoce que “en algunos casos, tal vez proceda reunir un grupo de expertos independientes, a fin de que asesore sobre cuestiones técnicas relativas al asentamiento” (BID, 1999: 5).

 

4. Condiciones ante una posible reubicación.
Expectativas de los curreseños.

Si bien la posición de la gente de Curré ha sido de oposición a la construcción del proyecto hidroeléctrico Boruca, como parte de nuestra investigación etnográfica realizamos un sondeo, en donde consultamos a los curreseños acerca de una hipotética reubicación y les solicitamos que mencionaran “aquellas cosas que deberían conservarse para que Curré, no deje de ser Curré”. De esta consulta surgieron una serie de planteamientos que conviene analizar con todo respeto y detenimiento. Estos son el resultado de sus temores y expectativas, así como de la necesidad de solucionar los problemas actualmente existentes, en especial la falta de fuentes laborales. A continuación se mencionan algunos de estos planteamientos, con la advertencia de que no se trata de una petición oficial del pueblo de Curré, sino de la sistematización de apreciaciones espontáneas, aunque bastante generalizadas, de miembros de la comunidad. Estas apreciaciones se discutieron con algunos dirigentes, quienes las enriquecieron con sus aportes. Los aspectos planteados por los curreseños como condiciones para una posible reubicación, fueron los siguientes:

 

Que la reubicación sea colectiva y que se produzca la declaración del nuevo sitio como Territorio Indígena.

Esto obedece al temor a desperdigarse y causar con ello la disolución del pueblo y la etnia. Algunos lo plantean de manera sencilla diciendo “que estemos juntos”.

 

Que se tomen medidas concretas para que estas tierras no pasen a otras manos.

Existe la certeza de que en el futuro, la presión sobre las tierras va a ser muy fuerte, de modo que tendrán que tomarse las previsiones del caso, incluso la mejora de la situación económica, para que el indígena no se vea nuevamente compelido a vender por necesidad.

 

Que se mantenga el tipo de asentamiento disperso, actualmente existente.

Todos los entrevistados insisten con verdadera preocupación en que no quieren vivir en una “urbanización” de casas contiguas. Las casas de los curreseños están distanciadas entre sí por terrenos donde crecen árboles y se cosechan productos para el autoconsumo. Existe preocupación porque el crecimiento de las familias ha hecho que las “cuadras”, como llaman a sus lotes, se están reduciendo cada día más (Ver Cap. IV).

 

Recuperación intensiva del patrimonio arqueológico de Curré.

Existe una fuerte preocupación de que las aguas vayan a cubrir los restos de sus ancestros, precolombinos y recientes. Se plantea una indagación arqueológica intensiva, porque en esta zona se tiene antecedentes concretos de la existencia de asentamiento humanos precolombinos, que datan de más de 3. 000 años. Este dato es manejado por los indígenas y se fundamenta en estudios arqueológicos (Corrales, 1989).

 

Creación de un museo en el nuevo poblado, para la custodia del Patrimonio Arqueológico por parte de la comunidad.

Iguales razones que el punto anterior. Este elemento no solo tendría un valor turístico y comercial importante, sino también un valor simbólico para la consolidación de la identidad curreseña.

 

Traslado de restos humanos del cementerio actual, para que no sean inundados.

Iguales razones que en los puntos anteriores. Literalmente, “que se conserven las cenizas de nuestros ancestros”.

 

Garantía de trabajos durante el proyecto.

El problema más apremiante de la Comunidad de Curré es la falta de empleo que hace emigrar a los jóvenes y pone en peligro la continuidad étnica. Los indígenas hablan de una garantía de empleo preferencial hacia su comunidad. Sobre este aspecto, al referirse a la necesidad de “considerar el reasentamiento como una oportunidad de desarrollo sostenible”, el BID propone “dar prioridad a las personas desplazadas para obtener empleo en el proyecto” (BID, 1999: 2).

 

Condiciones laborales y económicas post proyecto.

La comunidad plantea la necesidad de hacer un análisis del panorama socioeconómico regional post proyecto, a efecto de visualizar espacios reales de posible inserción económica, de modo que los eventuales beneficios del proyecto sean sostenibles. Esta visualización es necesaria para detectar espacios económicos y garantizar la digna participación de los indígenas.

En este punto el BID va más allá, y establece que “cada vez que sea posible se debería ofrecer a la población afectada una participación directa en los beneficios del proyecto principal” (BID, 1999: 2). Un caso como este es el de la comunidad Kuna de Bayano, que reciben beneficios asociados a su labor en el manejo de la cuenca. “En la región de Bayano (Panamá), los Kuna han sido capacitados como expertos en manejo forestal y guardias forestales y viven en la zona de protección que rodea la reserva de Bayano, creada a raíz de la construcción de un complejo hidroeléctrico” (BID, 1999: 16).

 

Planes de capacitación, tecnificación y profesionalización de sus jóvenes para laborar en el proyecto y lograr una inserción en el escenario post proyecto.

Los curreseños consideran que además de empleos no calificados, la comunidad puede llenar puestos calificados en el proyecto hidroeléctrico, si se le brindan las condiciones para su preparación de aquí a su inicio. Cabe mencionar que varios jóvenes están en el colegio y muchos han truncado sus estudios por falta de recursos. Por ese motivo se refieren a la necesidad de contar con becas para técnicos e ingenieros indígenas.[7]

Consideran además muy importante la sostenibilidad de los beneficios post proyecto. Por tal motivo, proponen determinar previamente posibles espacios de inserción en el escenario post proyecto, (turismo, comercio, transporte, artesanía) para iniciar su formación para la operación en esos espacios, mediante capacitación tecnificación y profesionalización de jóvenes, financiamiento de proyectos, y otros.

En concordancia con lo anterior, las políticas del BID instan a “crear oportunidades económicas para la población desplazada”  y plantean la necesidad de “capacitación, apoyo de organizaciones, suministro de equipo o fondos para microempresas o para créditos renovables” (BID, 1999: 3).

 

Talleres de artesanía y estudio de la tradición.

Complementariamente se considera necesario propiciar y financiar talleres de artesanía, impartidos por maestros artesanos de la comunidad, así como actividades de promoción y reavivamiento de la tradición cultural. Se trataría de convertir esta coyuntura en una fase de fortalecimiento de la identidad indígena y de los lazos integradores de la comunidad curreseña. El caso de la artesanía tiene una importancia adicional de carácter económico, ya que constituye una de las principales fuentes de ingreso económico de la comunidad. El desarrollo de esta actividad adquiere una dimensión especial en el futuro de la comunidad como potencial sitio turístico.[8] En esta investigación hemos detectado la urgencia de revisar las estrategias de mercadeo de los productos artesanales (Cap. VI).

 

Programa especial de atención a sectores vulnerables.

Debido a la situación actual de Curré, a la pobreza y a la migración de los jóvenes, algunos ancianos e impedidos podrían estar en circunstancias de vulnerabilidad y riesgo ante una reubicación. Lo mismo ocurre con algunos casos de mujeres cabeza de familia. Se nos ha sugerido brindar apoyo a estos sectores, lo que supondría la realización de estudios de caso por profesionales en trabajo social y la puesta en marcha de un plan adecuado a la situación de personas, cuya particular situación impida su adaptación a un nuevo contexto geográfico y económico. La detección y atención de sectores de alta vulnerabilidad, son recomendadas por el BID, cuando demanda “obtener información precisa” y “prestar atención a las necesidades de las mujeres, los jóvenes y las personas de edad” (1999:4).

 

Mejora de servicios.

Algunos curreseños temen que los servicios de que gozan puedan verse restringidos en caso de una posible reubicación. Otros son contundentes al expresar que no estarían de acuerdo en una reubicación, si esta no es sinónimo de un sustancial mejoramiento de esos servicios: acceso a estudio (se valora mucho), salud y transporte, entre los mencionados.

También en esto se pronuncia el BID, cuando afirma que: el plan de asentamiento debe servir de oportunidad para mejorar la calidad de la vivienda y la prestación de servicios: higiene, aislación, desagüe y control de vectores, caminos de acceso, transporte público, alumbrado público, escuelas y centros de salud (BID, 1999: 3).

 

Desarrollo específico y desarrollo regional.

Al ser la comunidad más directamente afectada por el proyecto hidroeléctrico, Curré aspira a merecer consideraciones particulares en su beneficio, las que ya se mencionaron antes. Sin embargo, está claro que se requiere un plan regional de desarrollo. Algunas de las características de este plan son la apertura de un colegio técnico profesional con carreras adicionales a las de tipo agrícola y la dinamización económica de la región, para abrir fuentes de empleo.

 

5. Reubicación, identidad y Territorio.

El más valioso tesoro de Curré es su identidad étnica, y mientras los curreseños deseen mantener encendido el fuego de sus ancestros, los costarricenses no podemos hacer otra cosa que propiciar que esto ocurra. No solamente porque es un derecho que les asiste, sino porque ellos, como descendientes directos de los primeros habitantes de nuestro país, hacen un aporte fundamental a nuestra propia identidad nacional.

Buena parte de la oposición de los curreseños al Proyecto Boruca, proviene del temor a perder su identidad étnica, ya sea por vía de la dispersión, del cambio cultural acelerado o por la desaparición bajo las aguas de parte del territorio, importante no solo en extensión, sino en su carácter simbólico y funcional con respecto al futuro del grupo, y a su sostenibilidad étnica, económica y social. Se suma a lo anterior el hecho de que gran parte del territorio, ya está en manos de no indígenas, y además, el Instituto de Desarrollo Agrario (IDA) no ha hecho entrega de los títulos de propiedad colectiva del Territorio, a la Asociación de Desarrollo, según corresponde.

Es nuestra apreciación que los curreseños, estarían en una mayor disposición de negociar la eventual construcción de una represa, si:

 

A)   se satisfacen las “condiciones para una posible reubicación” enunciadas en el punto 4 de este capítulo, y

B)   se normaliza la situación legal de sus tierras con la recuperación de al menos una significativa parte del territorio original, asignado por ley.[9]

 

Reasentamiento con fortalecimiento de la identidad.

Desde una perspectiva antropológica, uno de los aspectos más delicados a resolver en caso de una eventual reubicación de Curré, es el de la afectación producida en el plano simbólico por la anegación de las tierras. No obstante, la identidad es un fenómeno de significación y construcción ideológica, lo que abre la posibilidad de generar un proceso de reconstrucción y reinterpretación colectiva, tendiente a la vigorización de la identidad. En caso de que se diera la reubicación, y suponiendo que se cumpla con las condiciones y expectativas que los curreseños plantean (reubicación conjunta, recuperación de bienes arqueológicos, creación de un museo, etc.) tendría que darse, desde antes del reasentamiento, un proceso orientado al robustecimiento de la identidad étnica de Curré, en todos los niveles de la comunidad, niños, jóvenes, adultos mayores, hombres y mujeres, que así lo deseen.

En ese caso deberá implementarse un programa orientado al robustecimiento de la identidad étnica, desarrollado en colaboración directa con los mismos curreseños. Visualizamos la importancia de resimbolizar y poner en valor una serie de aspectos de la cultura boruca curreseña, algunos de ellos actualmente en proceso de deterioro. Entre las cosas que estarían por hacer, sugerimos: talleres de discusión y valoración de la identidad étnica, de la tradición y el pasado indígena; talleres orientados a elevar la autoestima del grupo[10]; recuperación de tradición oral, tradición culinaria y medicina tradicional; elaboración de trajes y un rancho tradicional de exhibición (carácter simbólico) en el contexto de un museo comunal, altamente dinámico y proyectado hacia la comunidad, en la tarea de la valoración de la tradición, la identidad y los valores culturales. Información clara y detallada sobre la historia y la tradición boruca, y su importancia en la región y en el país. Toda esta labor de recuperación y elaboración simbólica, aunada a un proceso de aumento de la autoestima del grupo, – en un contexto de mejoría integral de la comunidad -, no podría llevarse a cabo sin la convicción y la decidida participación de los curreseños, contando para ello con el financiamiento del Proyecto Hidroeléctrico.

Lo anterior se sugiere, únicamente para el caso hipotético de que la comunidad de Curré, con toda la potestad que le asiste, decidiera optar por dar su consentimiento a la construcción del Proyecto Hidroeléctrico Boruca.

[1] Ley Indígena y Convenio 169 de la OIT

[2] Centro Internacional de Política Económica CINPE-UNA www.una.ac.cr/cinpe/ecomap Boletín No. 10.

[3] Hacemos referencia a las políticas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en materia de desplazamiento de poblaciones (Política OP-710, de 1998), por tratarse de una entidad financiera que cuenta con especialistas al más alto nivel técnico.

[4] Estas sugerencias fueron elaboradas a partir del trabajo de campo realizado en la comunidad. En algunos casos resultaron coincidentes con las políticas del BID en materia de reasentamientos involuntarios. Cuando así ocurre nos permitimos indicarlo, en abono a nuestro planteamiento.

[5] El ICE deberá convertirse en un facilitador de procesos de desarrollo comunal y regional, con la participación de otros actores estatales y privados. Esto es congruente con los principios y políticas del BID.

[6] Disipar temores: Una anciana manifestó que le daba miedo que el ICE los dejaran tirados en un potrero. Una adolescente teme quedar en un lugar muy alejado. Otra habló del temor a que los dejaran sin el único teléfono del pueblo, y así por el estilo. El temor a perder la identidad, la cultura y el estatus de Reserva, es uno de los más fuertes.

[7] Durante la construcción del proyecto Cachí, el ICE benefició con becas y espacios laborales especiales a muchos jóvenes de la comunidad (Comunicación personal del Señor Luis Gerardo Cantillo, quien fuera uno de esos estudiantes). Este programa también se aplicó en el P. H. Arenal.

[8] Iniciativas semejantes se propusieron durante el primer intento del ICE por llevar a cabo este proyecto en 1979. Comunicación personal con el Lic. Hernán Gutiérrez, trabajador social.

[9] Comentarios muy recientes de los dirigentes de Curré, muestran la tendencia cada vez mayor a insistir en la necesidad de la normalizar la situación de sus tierras, como condición previa a cualquier conversación.

[10] Los participantes a los talleres de identidad étnica señalaron la baja autoestima y el desconocimiento de los valores y la cultura indígena, como causantes de que los jóvenes nieguen su identidad (Ver Cap. VIII)