Historia de las tres culturas del sur de Costa Rica

Autor: José Luis Amador

Los acontecimientos que voy a relatar no han sucedido nunca, pero podrían suceder cualquier día. Esta es una especie de cuento que habla de la riqueza humana y cultural del sur de Costa Rica en general y del cantón de Buenos Aires en particular.

Dicen que una vez un señor muy importante, creo que era un Rey o el Primer Ministro de un Lejano País de Asia o África, vino a Costa Rica con el propósito de conocer acerca de nuestra cultura, nuestra forma de ser, nuestras tradiciones. Entonces el Ministerio de Educación o de Cultura, no me acuerdo, hizo un concurso con muchachos de los diferentes regiones del país, para que hablaran de su cultura regional ¡póngale cuidado!

Ahí estaban los guanacastecos con sus bailes, sus marimbas, sus trajes de sabaneros y ¡uyuyuy bajura!, y por allá llegaron los de la Costa Atlántica con sus banjos y sus calipsos y su “rice and beans” y su patí, y todo ese montón de cosas valiosas de la cultura caribeña. ¡Se imagina¡. Y los puntarenenses con sus redes y sus pertrechos para la pesca. Y los cartagos con sus trajes de la colonia, ellas con rebozos y peinetas y qué se yo. Y las cimarronas y los payasos y todo eso.

Resulta que de cada región pasaba un representante a hablar de su cultura. Pero cuando pidieron que pasara adelante el representante de la Zona Sur, llegaron no uno, sino tres muchachos, dos varones y una jovencita. Entonces el Rey de aquel Lejano País dijo, aquí debe haber algún error… Pero los muchachos le explicaron que no, que ellos venían a representar las tres culturas del Sur del Costa Rica. Aquellos tres jóvenes eran Juan Lázaro Rojas de Curré, Roberto Pinzón Caballero de Potrero Grande y Elena Jiménez Ureña de Buenos Aires. Eran tres muchachos muy estudiosos y enterados de la historia de su región y los maestros del Sur los habían elegido para hablar de su cultura. Ponga atención y vea cómo estaba la cosa!!!

Casi no les habían dicho que sí, cuando Juan Lázaro, un muchacho de Curré, moreno de pelo negro y lacio, tomó el micrófono y empezó a hablar así: Señor Rey, le dijo. Nosotros venimos de una región donde conviven personas de varias culturas. Yo soy indígena, Roberto es de origen chiricano y Elena es descendiente de gente mestiza que vino del Valle Central. Vamos a contar la historia de las tres culturas del sur de Costa Rica.

Bueno pero cómo es eso, dijo el Rey del Lejano País, ¿son de la misma región de Costa Rica, pero vienen a hablar de tres culturas distintas?

Sí claro, dijo Elena, que era machilla de ojos claros y vivarachos, somos del mismo país, somos de la misma provincia y somos incluso del mismo cantón, pero representamos a tres culturas distintas. Ya se pusieron de acuerdo y le tocó a Juan Lázaro empezar a contar.

Sí mire, señor Rey, yo soy boruca, pero fíjese que yo represento a varios pueblos indígenas del sur de Costa Rica. Le voy a explicar: el pueblo indígena es el más antiguo de nuestra región, existen datos arqueológicos de más de 3. 000 años de antigüedad.

Cuando en 1563, los europeos, encabezados por Juan Vázquez de Coronado, invadieron el sur de Costa Rica, los pueblos que habitaban esta región hablaban lengua boruca y eran familia de otros pueblos de Panamá y Colombia.

Después de la conquista fueron misioneros españoles los que quedaron al frente de los pueblos indios. Durante esos años murieron muchísimos indios, pero no por la fuerza de las armas, sino por las enfermedades que traían los españoles y por los fuertes trabajos que exigían algunos misioneros.

Pese a todo, aun en la época colonial, esta fue una “región de refugio” ya que los indios de esta región vivían bastante aislados del resto del país y no habían pueblos de blancos. Más bien, como era una región tan aislada, fueron llegando otros grupos indígenas muy importantes que forman parte de nuestra región. Ellos son los teribe que viven en Térraba. Los bribris que viven en Cabagra y en Salitre, y los Cabécares que viven en Ujarrás. Todos estos dentro del cantón de Buenos Aires. Pero un poquito más al sur, también en la misma región, habitan nuestros hermanos los Ngobes o guaimíes. Todos estos pueblos tienen distintas lenguas y conservan en mayor o menor medida sus tradiciones.

Ah, pues, qué interesante, dijo el Rey del Lejano País con los ojos pelados y grandotes como monedas nuevas de quinientos pesos. ¿Pero qué tipo de tradiciones conservan??

Bueno, nosotros los boruca conservamos la elaboración de máscaras, el labrado de jícaros, el baile de los diablitos. Los térraba también conservan su artesanía. Los bribrís y los cabécares conservan su lengua, el baile del sorbón y hermosas historias donde relatan cómo fue que Sibú – Dios, construyó el mundo como si fuera una gran casa, para que en ella viviéramos todos. Y más al sur, los guaimíes conservan también, además de su lengua, sus hermosos trajes y su forma de vida tradicional.

Qué bien, dijo entusiasmado el Rey del Lejano País.

Continuó Juan: Parte de nuestra cultura es el legado arqueológico que dejaron nuestros ancestros, las esferas de piedra, el uso respetuoso de la tierra, el amor por el río Térraba. Pero lo más hermoso, dijo el joven, es que después de 500 años, conservamos nuestra identidad indígena y aun dentro de la nación costarricense, procuramos que se nos respeten nuestros derechos como pueblo.

Realmente estaban muy interesado el Rey del Lejano País oyendo hablar al joven indígena, y ya le tocó el turno a Roberto Pinzón de Potrero Grande.

Ya habló el joven y le dijo, muy sereno y seguro de sí mismo: Vea usted señor Rey¡¡¡ Yo soy de origen chiricano. Mis abuelos vinieron de una provincia panameña que se llama Chiriquí, donde se dice que vive gente muy alegre y trabajadora. Cuentan mis abuelos que a finales del siglo XIX, en la región de Chiriquí hubo muchas guerras y como la región sur de Costa Rica era una tierra aislada y poco poblada, entonces muchos de ellos empezaron a emigrar de Chiriquí hacia Costa Rica. Fue así como empezaron a llegar gentes de apellido Beita, Caballero, Pití, Zamudio, Pinzón, Lezcano y muchos otros.

Unos entraban por la ruta de Cañas Gordas y llegaron a las Vueltas, Potrero Grande, y Volcán. Otros entraron por La Cuesta y fueron llegando a Puerto Nuevo, Golfito y Puerto Jiménez, y otros llegaron por mar y se quedaron en Punta Burica, Cabo Drake y la costa del Pacífico.

El Rey del Lejano País estaba fascinado oyendo la historia de las tres culturas, y esto de los chiricanos le parecía interesantísimo. Entonces el muchacho chiricano continuó con su historia:

Los chiricanos fueron muy importantes en la formación del sur de Costa Rica, muchos de ellos llegaron incluso antes que los ticos de la meseta. Roberto, a quien le decían Beto, sabía muchas cosas que le había contado su abuelo. Los chiricanos eran mestizos, tenían sangre de indio, pero también sangre de negro y de europeos, probablemente de andaluces. Sabían hacer jabón, tenían comidas típicas como los almojábanos y el bienmesabe, vivían en ranchos parecidos a los de los indios, eran alegres, tocaban el acordeón, les gustaba bailar punto, cumbia y las peleas de gallos, montaban en buey y a caballo y eran buenos para echar salomas y hacerle poesías a las muchachas bonitas, unas poesías que ellos llamaban décimas. Dicho esto Beto detuvo su historia y con mucha gracia lanzó una saloma, que es un grito largo y sostenido, como un canto o como un lamento, muy difícil de describir e inmediatamente echó una décima. Y todos le aplaudieron…

¡Y no le miento! El Rey del Lejano País estaba encantado con toda la alegría y el colorido de las historias de los tres muchachos del sur. Pero bueno, faltaba ahora escuchar a Elena y ella empezó así su historia:

Los últimos en poblar el Sur fuimos los del centro del país. Es que antes no había un camino que uniera Cartago con la zona de Térraba y Boruca. El Cerro de la Muerte era una inmensa barrera que separaba Valle Central del Sur del país y es por eso que en esta región solo habían indígenas y colonos venidos de Chiriquí. Fíjese que en aquella época para llegar a la región del Térraba tenían que dar la vuelta por mar… Salían por Puntarenas, continuaban por la costa, en vapor, y luego entraban por el río Térraba, en bote.

Dicen que en 1861 el Presidente de Costa Rica ofreció un premio de 5000 pesos al que encontrara un camino que uniera Cartago con el Valle de Térraba. Y según parece ese camino lo abrió un señor llamado Pedro Calderón. Era un trillo y por eso lo llamaron la Trocha Calderón.

Por ese camino empezó a llegar gente del Valle Central al Valle del Térraba. Fue así como el mismo Pedro Calderón junto con varias familias de San Ramón, fundaron Buenos Aires en 1870. Dice mi maestra que 1870 es una fecha muy reciente y eso demuestra lo tarde que llegaron los meseteños al sur, después de indios y chiricanos.

Con la construcción de la Carretera Interamericana a mediados del siglo XX, se abrió definitivamente el paso por el Cerro de la Muerte y se hizo más fácil la llegada de blancos al Valle del General y al Valle del Térraba. Una cosa muy curiosa, explicó Elena, es que a la gente que llegaba del Valle Central se le llama a veces gente blanca, pero esto es solo un decir, porque en realidad somos una mezcla de gente de origen europeo mezclada con mucho de indio, negro, nicaragüense y gente de muchas partes. Bueno; aclaró Elena; a veces nos llaman cartagos, criollos, meseteños. Lo cierto es que junto con los indios y los chiricanos habitamos el Sur. Dentro de esta gente hay agricultores, ganaderos, pero también maestros funcionarios. Trabajadores del gobierno. Mi abuelo era un empleado de la carretera interamericana y mi abuela era una maestra.

Pero hay más. Al sur de nuestra región, en el sector de San Vito, hay italianos, en determinadas épocas han llegado chinos y actualmente hay una gran presencia de nicaragüenses en la región. Todos ellos con sus tradiciones, sus culturas y su manera de ser, han puesto un granito de arena a la cultura del Sur de Costa Rica.

Entonces los tres muchachos le entregaron al Rey del Lejano País, como regalo, una preciosa máscara de colores que había sido hecha con muchas maderas distintas, y le dijeron: Señor Rey, las diferentes maderas representan las diferentes pueblos y culturas que habitan en nuestra región del Sur, indios, “blancos” y chiricanos, pero representan también a los diversos pueblos y culturas que existen en nuestro país, donde también hay negros, chinos, judíos, nicaragüenses, italianos y gente de muchas otras nacionalidades y culturas.

La fiesta continuó y muchas otras actividades hubo esa noche, pero dicen que el Rey del Lejano País se fue muy conmovido por todo lo que vio, pero muy especialmente por la exposición de aquellos tres muchachos del sur de Costa Rica, porque dijo que uno de los problemas más grandes de la humanidad era la incomprensión entre los pueblos y las culturas. Y que la paz solo era posible si los pueblos se esforzaban por conocerse y comprenderse unos a otros. Y que era una hermosa lección el esfuerzo de los jóvenes del sur de Costa Rica por conocer y aprender a valorar, mutuamente, sus culturas sin discriminación y sin racismo: la cultura de los chiricanos, la cultura de los indios, y la cultura de los blancos meseteños.

Y colorín colorado,
Este cuento se ha acabado.